La pesadilla terminó. Esa larga y lúgubre noche a la que la mitad del país nos sometió con un voto infantil, irreflexivo y visceral, junto a esos irresponsables que no votaron, ha terminado de la manera que nadie imaginó, pero que era esperable: con un golpe fallido del irresponsable, mentiroso y sinvergüenza de Castillo. Solo por la fuerza podía aferrarse al poder.
Dina Boluarte, cojea. Acompañó al ‘tiranuelo’ y no condenó los actos turbios y de corrupción. Es recién ante el infausto hecho final que se apartó. Pese a ello, démosle el beneficio de la duda y augurémosle lo mejor. Hay mucho por hacer; en especial, por esos millones de peruanos que viven en pobreza.
Igual accionar tuvieron la Vero y la izquierda, que estuvieron silentes durante este infierno y recién salieron a condenarlo ante ese repulsivo acto final. Los dignos dicen ahora, que votaron por Castillo pues ante la primera actitud dictatorial sería vacado y que ello ha sido demostrado. No, ustedes callaron, minimizaron las denuncias e hicieron nada por defender al país y la institucionalidad.
Salvo por pocas voces valerosas y consecuentes como Arce o Ledesma, la izquierda se acomodará y buscará reescribir la historia.
Gracias a las instituciones que han respondido eficientemente y, en especial, a la valerosa fiscal Benavides, a las FF.AA. y la PNP, al TC, al Poder Judicial y a un segmento del Congreso.
Mención aparte para esos periodistas que no cejaron en denunciar las tropelías del ‘tiranuelo’ como Beto, Leyva, Toro, Chema, Butters, Mariátegui, Chichi y su equipo de Perú21, y a empresarios como Erasmo Wong, Roque Benavides o Alfonso Bustamante.
Más peruanos como ustedes.