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[OPINIÓN] Andrés Romaña: “Nuevo año, mismos problemas”
“Pero, como dijo Vicente Fernández, no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar. Y, en el caso del gobierno de Boluarte, tal vez ni siquiera llegue a 2026...”
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Empieza el año 2024 y los problemas del Perú se profundizan. Por un lado, la economía no despega, nadie quiere invertir porque no sabe a qué puerto llegará este barco. Por otro lado, la delincuencia mantiene bajo el terror a millones de peruanos que no saben si regresarán a sus casas una vez que salen.
Este escenario se mantiene estático desde hace más de un año y el Ejecutivo no reacciona; sus estrategias de comunicación son pésimas, al igual que los proyectos que han impulsado. Además, diversos ministros, empezando por Otárola, se han convertido en un pasivo para el gabinete y la presidenta. Esto se debe principalmente a que la imagen que da el Gobierno es de no tener un norte y que su única meta es llegar de cualquier forma a julio de 2026. Pero, como dijo Vicente Fernández, no hay que llegar primero, pero hay que saber llegar. Y, en el caso del gobierno de Boluarte, tal vez ni siquiera llegue a 2026.
Ante este caos gubernamental, es momento que la mandataria deje atrás su discurso victimista de haber heredado un desastre del anterior gobierno. Si bien es cierto que Castillo dejó el Perú al borde del colapso, Boluarte estuvo casi todo ese gobierno como ministra y no dijo nada. Por otro lado, ¿para qué aceptó dirigir el país si solo se enfocaría en culpar el pasado, en vez de resolver los problemas? La mandataria parece disfrutar de la parafernalia que implica ejercer la Presidencia… pero rehúye de la responsabilidad que el cargo amerita para dirigir el país como una estadista.
Actualmente, los dos principales tormentos de los peruanos son la economía y la inseguridad; todo lo demás es secundario. Ninguna economía se puede reactivar si extorsionadores y cobradores de cupos actúan impunemente. Además, si empeora la situación económica, aumenta la inseguridad ciudadana porque más gente estará dispuesta a delinquir. Entonces, es un círculo vicioso que se tiene que romper con inteligencia y mucha firmeza, pero no con estados de emergencia que no sirven para nada más que para noticia de un día.
De no resolver aquellos problemas en el más breve plazo, se pondrá al Perú en bandeja de plata para que cualquier autoritario con ínfulas mesiánicas canalice el descontento popular y gane las próximas elecciones. Este, ungido por el electorado, entenderá que a la población no le interesa que se le hable de instituciones, democracia, libertad... sino de resolver los problemas de forma inmediata, y si ello significa pasar por encima de las leyes u otros poderes del Estado, lo hará como lo hizo Chávez, Fujimori e intentó hacer Castillo.
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