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[Opinión] Andrés Romaña: Falsos engañados
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En los últimos días varios periodistas y politólogos afirmaron que el riesgo de Castillo siempre fue la improvisación y no el autoritarismo, o que no se podía saber lo sucedería que en el país. La verdad es que sí se podía, solo que aquellas personas prefirieron –por conveniencia o miedo– omitir el peligroso círculo del entonces candidato Pedro Castillo.
Desde la campaña, el “profesor” fue romantizado por diversos intelectuales, periodistas y politólogos. Para ellos, era “simbólico” que un profesor rural de Cajamarca llegara a segunda vuelta. En cada evento, en vez de escuchar las atrocidades que prometía Castillo, se fijaban en si bailaba bien, si hablaba quechua, si usaba el sombrero o si era humilde. Fueron esas superficialidades las que cegaron por necedad a personas “preparadas”.
Aquellos que simpatizaban con Castillo por el simbolismo que significaba que sea profesor, use sombrero o sea “humilde”, difícilmente usan esas condiciones a la hora de elegir el doctor que los tratará de una enfermedad, o cuando escogen al arquitecto que construirá su casa. Entonces, ¿por qué sí las aplican para elegir a un presidente?
Además, la humildad es una virtud de quien no presume sus cualidades o bienes materiales. Un rico y un pobre pueden ser humildes, así como ambos pueden ser soberbios. Sin embargo, el problema en el Perú es que se confunde pobreza con humildad. La pobreza no tiene nada de elogiable, ya que es una condición de sufrimiento en la que se encuentra una persona de forma involuntaria, y a la que se tiene que ayudar.
Castillo no engañó a nadie; en campaña no podía ni hilar una idea, no presentó plan de gobierno, se rodeó de vinculados a Sendero Luminoso, prometió cambiar la Constitución… Los únicos engañados fueron los que no quisieron ver.
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