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[OPINIÓN] Andrés Romaña: “Allanando el camino al extremismo”
El Perú, a pesar de todo, es una democracia adolescente, que está descubriendo los problemas que la mayoría de los países democráticos vivieron hace siglos.
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La población está harta no solo de los políticos y funcionarios que ocupan cargos públicos, sino de las instituciones mismas. Sin embargo, todos los sectores políticos se encuentran tan ensimismados en sus agendas personales que no se dan cuenta de que están dejando el camino libre a un extremista que cosechará todo lo que esta generación política está cultivando.
Por un lado, las bancadas de centro-derecha ejercen una oposición condescendiente con el Ejecutivo. Hace meses el premier Otárola y varios ministros debieron ser censurados por su pésima gestión. La economía en recesión, la inseguridad obliga a los ciudadanos a defenderse solos y hasta el momento no hay un plan para enfrentar los principales problemas como la falta de agua y saneamiento o infraestructura.
Esta situación no hace más que incrementar el hartazgo de la población frente a lo que la izquierda denomina “sistema”. Entonces, ¿de qué sirve que parlamentarios hablen de libertad y democracia, si hay regiones donde la mayoría de la población no cuenta con agua potable ni pistas asfaltadas? ¿Y qué hacen las bancadas para presionar al Ejecutivo a que solucione estos problemas?
Luego se encuentra la izquierda y sectores progresistas, que aseguran con total irresponsabilidad que existe una dictadura congresal, cuando saben que esto es falso. ¿Destituir a los miembros de la JNJ es golpismo? No. Puede ser, subjetivamente, un abuso de derecho, como lo fue el cierre del Congreso que hizo Vizcarra u otras acciones que el progresismo apoyó, pero definitivamente no es golpismo ni quebrantamiento del orden constitucional. Este discurso solo genera mayor corrosión institucional.
El Perú, a pesar de todo, es una democracia adolescente, que está descubriendo los problemas que la mayoría de los países democráticos vivieron hace siglos. Por eso, se tiene que insistir en la democracia, así esta parezca fallar. De no hacerlo, en unos años se añorará la democracia como hoy se añora el crecimiento económico que hace no mucho tuvimos.
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