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[OPINIÓN] Andrés Chaves: “Refugio solar”
“Aunque era pequeño, algo recuerdo de la hiperinflación en Perú del primer gobierno de Alan García. Son detalles, como el uso de caramelos de limón para endulzar la chicha morada o los billetes de cinco millones de Intis que de un día a otro eran tan valiosos como el dinero de Monopolio”.
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La pandemia desató una inflación global, causada por un quiebre en la cadena de suministros, especialmente en China, el centro mundial de la manufactura. La vulnerada cadena no ha podido absorber subsecuentes golpes: la guerra en Ucrania, un clima cada vez más impredecible y conflictos sociales en cada rincón del planeta.
Si bien casi todos estamos batallando con la suba de precios, son pocos los que se han enfrentado a una hiperinflación. Esa tormenta desatada por falta de productividad, políticas erradas y una hinchada deuda externa que ocasiona la rápida (y tragicómica) pérdida de valor de la moneda local.
Aunque era pequeño, algo recuerdo de la hiperinflación en Perú del primer gobierno de Alan García. Son detalles, como el uso de caramelos de limón para endulzar la chicha morada o los billetes de cinco millones de Intis que de un día a otro eran tan valiosos como el dinero de Monopolio.
Mis padres tienen memorias nítidas e imborrables de escasez, colas interminables y de angustia constante.
El trauma colectivo de esta galopante subida de precios llevó al Perú a tomar medidas drásticas. La principal fue nombrar al Banco Central de Reserva como una entidad autónoma e independiente.
Treinta años después, está decisión es celebrada a nivel global y sirve de ejemplo, en especial, para América Latina.
La solidez del sol peruano ha llevado a Julio Velarde a convertirse en un rockstar financiero, dando entrevistas en medios foráneos e, incluso, recibiendo el premio del Financial Times como el Banquero Central de las Américas. También ha causado que nuestra moneda nacional sea tendencia en TikTok.
Pero más allá de la prensa internacional y hashtags del momento, la estabilidad del sol lo ha convertido un refugio para miles de ciudadanos de Bolivia, Argentina y Venezuela que ven en nuestra moneda una opción atractiva y segura para ahorrar e invertir.
Es un ejemplo claro de como la macroeconomía, aunque no siempre lo parezca, afecta de manera real y tangible a la calle.
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