Alejandro Toledo (Photo by Mandel Ngan / AFP)
Alejandro Toledo (Photo by Mandel Ngan / AFP)

Me sorprende la candidez de un gran sector de la ciudadanía, especialmente de opinólogos políticos que vienen generando expectativa ante el inminente arribo del expresidente Alejandro Toledo como resultado del proceso de extradición del Estado Peruano con los Estados Unidos tras seis años de permanencia en este, a efectos de que rinda cuentas por las graves imputaciones de haber recibido millonarias coimas de empresas constructoras durante su gobierno.

Dan por hecho que ante la justicia peruana “lo cantará todo”, “que echará de cabeza a sus cómplices”, “que revelará detalles de la transferencia de un canal de televisión”, etc.

¿Será posible que a estas alturas alguien pueda creer en la palabra de Toledo? ¿Habrá incautos que realmente esperan algo de él, que no sean evasivas o el hacer el papel de víctima?

La fiscalía acusa a Toledo de recibir de Odebrecht un soborno cercano a US$35 millones a cambio de favorecer a la empresa al licitar obras de la Carretera Interoceánica. Podría merecer hasta 20 años de condena. Por ahora, se espera que se concrete su extradición. (Foto: Piero Vargas / Archivo)
La fiscalía acusa a Toledo de recibir de Odebrecht un soborno cercano a US$35 millones a cambio de favorecer a la empresa al licitar obras de la Carretera Interoceánica. Podría merecer hasta 20 años de condena. Por ahora, se espera que se concrete su extradición. (Foto: Piero Vargas / Archivo)

En lo personal creo que se está generando falsas expectativas de conocerse hechos nuevos, me temo que los peruanos terminaremos decepcionados como ya ha pasado, cuando se conoce de la captura de un personaje requerido por la justicia o de su entrega o de su acogimiento a la confesión sincera o colaboración eficaz, que prometen revelar todo lo que saben y al final todo es puro bluf, lo único que aportan son “testimonios de oídas”.

Si acaso, Alejandro Toledo pisara nuestro suelo, como estilan otros en su misma condición, es predecible se acoja al silencio, porque claro, la legislación le brinda ese derecho a los acusados, el de no ser obligados a prestar declaración en su contra o de hablar de hechos que pudieran incriminarlos. El sano y sagrado parece creerse los endebles fundamentos de sus recursos de apelación ante la justicia americana para evitar su extradición al Perú, su vida dice, correría peligro, quizás en verdad tema que si abre la boca y desnudase corrupción de personajes que permanecen en la sombra podría terminar “silenciado” en la cárcel.

¿Hace falta conocer el grado de participación de Toledo en coimas por US$ 34 millones con empresas constructoras, contándose con el testimonio en audiencia de prueba anticipada de Maiman que prestó sus cuentas para recibir el soborno, así como de las propias empresas que aceptaron el cohecho y aportaron medios probatorios? No, no hace falta.

Por lógica sabemos cuál será el resultado de este caso, será declarado culpable en todas sus instancias y salvo causas extraordinarias de salud o un indulto presidencial, porque dificulto una amnistía del Congreso, purgará cárcel hasta muy avanzada edad, más de la que ya tiene.

No generemos, pues, falsas expectativas con el arribo de Toledo, pisemos tierra, la realidad nos demuestra que cuando hay mafias de por medio, sus cabecillas guardan silencio, nunca delatan, ese es su código. Espero equivocarme.

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