"Hemos normalizado tener de cabeza en el Legislativo a un congresista con múltiples graves denuncias e investigaciones en su contra". (Foto: Congreso)
"Hemos normalizado tener de cabeza en el Legislativo a un congresista con múltiples graves denuncias e investigaciones en su contra". (Foto: Congreso)

Hemos normalizado en el Perú el ejercicio de una tóxica conflictividad política, la cual ha reemplazado a la ahora casi inexistente convivencia democrática.

Hemos normalizado pensar que la política es sucia, corrupta y beneficiosa solo para el interés individual de algunos.Hemos normalizado tener muchos partidos políticos que se comportan más como vientres de alquiler electorales, como maquinarias para elevar el ego de caudillos o como operadores de intereses particulares.

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Hemos normalizado que frente a las muertes, heridos y damnificados del estallido de violencia nadie en el Estado peruano asuma su responsabilidad política.

Hemos normalizado tener de cabeza en el Legislativo a un congresista con múltiples graves denuncias e investigaciones en su contra.

Hemos normalizado que se discutan y aprueben leyes que van a favor de la educación de menos calidad, el transporte informal, la minería ilegal, el menor equilibrio de poderes, la inmunidad parlamentaria, etcétera.

Hemos normalizado que muchos congresistas sean representantes de sus propios intereses particulares, varios mercantiles, mafiosos e ilegales.

Hemos normalizado el accionar de muchos funcionarios públicos y empresarios que lo ejercen con claro conflicto de intereses y buscando sobre todo sus “bonos de éxito”.

Hemos normalizado el uso del insulto, la sorna, la burla y la violencia como mecanismos para ridiculizar, negar y ningunear al que piensa distinto.

Hemos normalizado catalogar de terroristas o ilegítimos a quienes quieren un cambio total de la Constitución y como fascistas o enemigos del Perú a aquellos que no quieren cambios o solo parciales.

Hemos normalizado todas estas situaciones que constituyen comportamiento antidemocrático. Nada de esto debería ser normal. Y debe indignarnos. En nuestro país también existen otros espacios, líderes e iniciativas que nos deben inspirar. Sí existen peruanos que ejercen una política virtuosa, ética y en beneficio de la ciudadanía. Sí existen propuestas políticas que quieren representar el sentir de la gente. Sí existen autoridades y funcionarios que quieren hacer lo correcto. Sí existen congresistas que buscan promover reformas positivas. Sí existen iniciativas para acercarnos, escucharnos y dialogar para retomar la convivencia democrática. Sí existen ciudadanos y empresarios preocupados por lo público, por lo ético, por el bienestar colectivo. Quizás estén algo callados o tímidos. Tengamos la valentía de cambiarle la narrativa al país construyendo un imaginario distinto, acelerando las iniciativas positivas y reconstruyendo algunos consensos mínimos. Lo que vemos en los dominicales NO debiera ser normal. Un nuevo normal positivo sí es posible. Hagámoslo juntos.

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