Como ciudadanos nos encontramos arrinconados entre dos fuerzas dañinas, aunque minoritarias: entre un gobierno radical y mediocre y una oposición fragmentada y con poca credibilidad. Debemos abandonar nuestra posición de pasivos observadores, para convertirnos en activos ciudadanos constructores de nuestro futuro. Sugiero 5 caminos para activar nuestra ciudadanía.
1. Experimentar humildad: escuchar, entender y convivir con el que piensa y vive distinto. Podemos desde afiliarnos a grupos de personas que piensan muy distinto a nosotros hasta pasar una temporada viviendo en alguna ciudad diferente a la nuestra, recorriendo con auténtica curiosidad pueblos y caseríos.
2. Afinar nuestra vigilancia: muchos vigilan buscando culpables, siendo tercos, etiquetando al distinto como enemigo, levantando alertas basadas en fake news. Debemos transitar hacia una vigilancia madura: buscando co-responsables, siendo empáticos, dialogando genuinamente con el “otro”, aprendiendo a profundidad la Constitución, pasando de la protesta a la propuesta.
3. Emprender plataformas: con miras a 2026, debemos alentar el surgimiento de partidos de arraigo popular e institucionalidad descentralista: de izquierda progresista (al estilo de los actuales gobiernos nórdicos), derecha liberal (al estilo de partidos de gobierno de Chile y Uruguay) y centro convocante (al estilo de la Unión Demócrata Cristiana de Merkel).
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4. Potenciar partidos existentes: sería un error alentar a aventureros caudillistas a “solucionar” el problema político actual para las elecciones de 2022. Resultaría más viable que nos unamos o apoyemos a los partidos más reformistas, democráticos y populares que tenemos: Acción Popular, Alianza para el Progreso, Avanza País, Somos Perú y Partido Morado.
5. Multiplicar esfuerzos civiles: nuestros think tanks, ONG e inversiones en sostenibilidad y filantropía son considerablemente menores, en escala y calidad, si se les compara con nuestros vecinos Chile o Colombia. Implementemos con convicción los modelos sostenibles de valor compartido y multipliquemos la filantropía estratégica en territorios y temas donde el mercado y Estado no llegan.
Dejemos de criticar sin cesar en redes, para comenzar a construir redes para resolver juntos problemas estructurales. ¿Cuál camino eliges?