"En el Perú, las marchas no logran congregar millones de personas, pero sí pueden cambiar la historia".
"En el Perú, las marchas no logran congregar millones de personas, pero sí pueden cambiar la historia".

Existen momentos en la historia de los pueblos en que una marcha logra convocar multitudes. A veces logran sus objetivos, aunque no siempre es así. El 25 de octubre de 2016 se produjo la ‘toma de Venezuela’ para demandar un referéndum revocatorio de Nicolás Maduro. Según el diario ABC, participaron 1.4 millones de personas. No lograron su objetivo. El 18 de octubre de 2019, las protestas en Chile reunieron, según la BBC, a 1.2 millones de personas y abrieron el paso a la convocatoria a una Asamblea Constituyente.

En el Perú, las marchas no logran congregar millones de personas, pero sí pueden cambiar la historia. La Marcha de los Cuatro Suyos contra Alberto Fujimori, el 28 de julio del año 2000, congregó a decenas de miles de personas y fue el principio del fin del régimen fujimorista. Las marchas contra Manuel Merino en noviembre de 2020 convocaron durante varios días a decenas de miles de personas y lograron la renuncia del fugaz presidente.

"La principal demanda de la marcha del 19 de julio fue la renuncia de Boluarte y el consiguiente adelanto de las elecciones generales, con lo cual está de acuerdo el 78% de la población, según la más reciente encuesta de Ipsos/Perú21".
"La principal demanda de la marcha del 19 de julio fue la renuncia de Boluarte y el consiguiente adelanto de las elecciones generales, con lo cual está de acuerdo el 78% de la población, según la más reciente encuesta de Ipsos/Perú21".

La presidenta Dina Boluarte es la mandataria más impopular desde que se tiene registro. La desaprueba alrededor del 80% de los peruanos. La principal demanda de la marcha del 19 de julio fue la renuncia de Boluarte y el consiguiente adelanto de las elecciones generales, con lo cual está de acuerdo el 78% de la población, según la más reciente encuesta de Ipsos/Perú21. Sin embargo, esta marcha congregó a menos de 10 mil personas en el Centro de Lima y poco más de 20 mil a nivel nacional. ¿Qué explica esa contradicción entre una demanda que goza de un apoyo tan amplio y un resultado tan magro en materia de participación ciudadana?

Una explicación puede estar en la “plataforma de lucha” de los organizadores. Los grupos más vociferantes que convocaban a la marcha tenían reclamos maximalistas como la reposición de Pedro Castillo en el poder. Del mismo modo, los antecedentes de violencia con que estos grupos habían actuado en las protestas de diciembre y enero, luego del fracasado golpe de Castillo, hacían presagiar un comportamiento similar en esta oportunidad. La Policía Nacional y medios como Perú21 habían alertado de la presencia de dirigentes del Movadef entre los organizadores de la ‘Toma de Lima’. Muy difícil para un ciudadano de centroizquierda o centroderecha asistir a una marcha de protesta como furgón de cola de políticos extremistas.

Otro factor fundamental en la escasa convocatoria probablemente ha sido la falta de líderes en el país que despierten entusiasmo. La Marcha de los Cuatro Suyos del año 2000 tenía como líder a Alejandro Toledo, que pocos meses antes había recibido el apoyo del 40% del electorado. Las marchas contra Merino en 2020 fueron espontáneas, pero se originaron en la decisión del Congreso de vacar a Martín Vizcarra cuando este gozaba del apoyo del 54% de la población.

El frustrado golpe de Castillo del 7 de diciembre pasado y su posterior detención reavivaron la simpatía identitaria de un sector de la población bajo la errónea percepción —difundida en la “prensa alternativa”— de que el profesor de origen campesino había sido injustamente vacado por una conspiración del Congreso, las Fuerzas Armadas, la Fiscalía y los empresarios.

Castillo sigue teniendo el respaldo de un sector de la población, como otros añoran a Alberto Fujimori y unos pocos más a Alejandro Toledo, pero está claro para la gran mayoría que ninguno de los tres volverá a ser presidente del Perú. El problema que enfrentamos hoy es que, si las elecciones fuesen mañana, el 89% de la población no sabría por quién votar —según la última encuesta de Ipsos/Perú21. Mientras no surjan líderes convincentes que generen esperanza en la ciudadanía, la desafección política será el único sentimiento multitudinario en el Perú.