(Foto: Alonso Chero / GEC)
(Foto: Alonso Chero / GEC)

-¡Cómo pasa el tiempo! Hace 19 años que protagonizó esa bufonada sangrienta llamada el . Al psicópata ese encima se le ocurrió arruinarnos la paz reparadora al día siguiente de Año Nuevo. Tan orate como su nefasto padre, a este se le ocurrió que iba a ser el salvador del Perú y terminó asesinando a cuatro policías. Tal como el esperpéntico Locumbazo que lanzó años atrás con su hermano Ollanta en las postrimerías del fujimorato, las ramificaciones de estas intentonas nunca quedaron claras. Mientras que en el Locumbazo se percibía a Montesinos, en el Andahuaylazo se sintió la presencia de Ollanta y la desafección a última hora de otros militares. Lo más patético es que este enfermo mental se va a lanzar a la presidencia y que tiene alguna chance gracias al “electarado”, que está especialmente concentrado en el sur.

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¡Qué pesadilla de ‘país’! Apenas abrí los ojos y me encontré con el resentido cachacote rojimio de Velasco y entrando a mi vejez con el oligofrénico de Pedro Castillo y tal vez esta cosa indescriptible llamada Antauro.

-Acabé Tarea Incompleta, las memorias de PPK. Lo más interesante es toda su infancia y carrera profesional hasta cuando regresa para trabajar con el primer belaundismo, a pesar de que peca de fanfarrón y ya agota al lector con tanto soltar nombres de personajes —que posiblemente apenas conoció— para hacerse el importante (Vargas Llosa ya lo había advertido en El pez en el agua).

Luego ya en el resto del relato distorsiona las cosas como le conviene y omite temas. No sé si es tan verdad que Trump le consultó sobre si invadir Venezuela en febrero de 2017, pero es para crucificarle si es cierto que PPK lo disuadió a cambio de establecer el inútil Grupo de Lima y evitar que hubieran sacado a Maduro y su gavilla de delincuentes del poder. Siete millones de venezolanos no hubieran salido de su patria y el Perú y gran parte de Latinoamérica serían otra cosa. PD: ¿Elvia Barrios, y mi sentencia?