[OPINIÓN] Aldo Mariátegui: “Berlusconi, una vida de bólido”. (Foto: Reuters)
[OPINIÓN] Aldo Mariátegui: “Berlusconi, una vida de bólido”. (Foto: Reuters)

Berlusconi fue el primer populista moderno de Europa. Su irrupción —y la corrupción y el hastío— acabó con el viejo sistema de partidos italiano, que giraba entre dos grandes (Democracia Cristiana, manejada durante décadas por el maquiavélico Giulio Andreotti y el Partido Comunista del heterodoxo Berlinguer) más una galaxia de partidos pequeños (los socialistas de Craxi y Pertini, los fascistas de Almirante, los republicanos de La Malfa y Spadolini). Era un sistema pactista y de gobiernos muy cortos, donde todos se alineaban contra el poderoso PCI y llegó así al final a ser el “Pentapartiti”, una coalición de cinco partidos.

Este sistema fue herido de muerte con el descubrimiento en 1992 de una colosal red de corrupción, a la que se apodó Tangentopoli (o “Ciudad Soborno”) y allí aparece en la escena política Berlusconi, un multimillonario empresario de comunicaciones, deportes (el Milán fue un equipazo, lleno de holandeses espectaculares, como Gullit, Van Basten y Rikjard) y otros rubros. Haciendo un símil, vendría a ser una especie de Genaro Delgado Parker (pero sin la costumbre de no pagar nunca deudas de este).

Simpático, palabrero, vanidoso, irresponsable, mujeriego y con fama de amigo de la mafia, Berlusconi se adelantó a Trump con un discurso de derecha populista, aunque sin caer en extremos. Su partido tomó el nombre de un grito deportivo (¡Forza Italia!) y se alió a los separatistas norteños de Umberto Bossi (Italia está partida psicológicamente entre Norte y Sur. Los norteños dicen en broma que “el África comienza después de Roma” y llaman despectivamente terrone a los sureños) y los llamados posfascistas de Fini.

Desde ese momento, Berlusconi se volvió en uno de los grandes protagonistas de la política de Italia. No fue un gran gestor, tuvo muchos escandaletes fiscales y sexuales (me hubiera encantado ir a una de sus fiestas) y en Europa se le veía como un bufón caricaturesco, astuto y mañoso. Coqueteó con Putin e hizo siempre lo que quiso. Descanse en paz.