"Toda ruptura del orden constitucional es mala", señaló Aldo Mariátegui. (Mario Zapata)
"Toda ruptura del orden constitucional es mala", señaló Aldo Mariátegui. (Mario Zapata)

Redacción PERÚ21

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Veinticinco años han transcurrido desde que el entonces presidente disolvió el Congreso e interrumpió el orden constitucional. ¿Es posible rescatar algo positivo? ¿El fujimorismo aprendió de sus errores? ¿Corremos el riesgo de repetir la historia? Esto es lo que opinan los columnistas de Perú21, Luis Davelouis y Aldo Mariátegui.

¿Cuál es su reflexión sobre el autogolpe?Luis Davelouis (L.D.): Hay que colocar todo en su contexto histórico y decir que el autogolpe fue pésimo, malo y un atropello. Definitivamente, fue un golpe y un golpe es una ruptura del orden constitucional y eso no está bien. Tenía un profesor de Derecho en la Universidad de Lima, Chirinos Soto, que me dijo: 'si me preguntas sobre el golpe en público, te voy a decir que está mal; si me preguntas en un aparte, te diré que está bien', y esto correspondía a que había un divorcio entre la clase política en general, representada en el Congreso, y el resto del país. La población no se sentía representada. Había esa sensación de que los políticos eran comechados, de '¡qué bueno que el chino los botó a su casa!'. Fue una sensación de reivindicación y los números no mienten: más del 65% estaba de acuerdo con el cierre del Congreso. Se afectó a muchas instituciones, se coparon, no solo se cerró el Congreso, varias otras instituciones se desarmaron y se puso gente afín al gobierno.

Aldo Mariátegui (A.M.): Toda ruptura del orden constitucional es mala. Con esa premisa se debe empezar. Ahora, como dice Luis, la historia se contextualiza. En 1992, yo regresé de vacaciones de España y toda la gente con la que me cruzaba me decía: 'hay que cerrar el Congreso'. Había enfrentamiento con el Ejecutivo. Fujimori le dijo palabras muy duras al Congreso en el cierre del año de la Escuela Militar que motivaron que Javier Alva Orlandini pida su vacancia; ya había una vacancia en juego. Alfonso Barrantes me dijo dos veces en Madrid que había que vacar al chino, que no le gustaba, que era autócrata y había el tema de la ropa usada que había desaparecido. Por otro lado, el Tribunal de Garantías Constitucionales, copado por el Apra, no dejaba pasar ninguna de las medidas económicas que eran urgentes, todavía había terrorismo, estallaban bombas, la inflación era muy alta, la gente sentía que el Congreso no se estaba ocupando, que el país se estaba hundiendo, que esto era Beirut y no se avanzaba. El Congreso tampoco colaboraba, había mucho obstruccionismo; había un choque de trenes en marcha. La Constitución no funcionaba para nada. Las razones por las cuales tuvimos una situación económica terrible del 78 al 92 fue esa Constitución, era muy mala.

El 5 de abril tiene muchos detractores. ¿Qué es lo positivo a rescatar, aparte de la Constitución del 93?L.D.: No es un elemento menor, sino un cambio constitucional importante. Era mucho más liberal en lo económico e introdujo algunos cambios necesarios para la sostenibilidad de las reformas que se dieron y que, dicho sea de paso, no se continuaron y se quedaron en los comienzos nada más. A.M.: Se puede decir que hubo algo bueno. La Constitución del 93 nos ha dado todos estos años de estabilidad económica, de relativa bonanza, de orden. Sería un gran error, como algunas voces piden, cambiar la Constitución. Tampoco fue un cambio tan radical en el tema político, lo importante fue el capítulo económico y una sola cámara…

Justamente en estos días se ha vuelto a plantear la restitución de la bicameralidad. ¿Cómo ven esa opción?L.D.: (Ríe) Yo no sé si la gente va a estar muy contenta de que le dobles el número… La aprobación del Congreso, y eso es un extraordinario indicador para una cosa como esta, es 12% o 15%. Solo uno de cada diez peruanos lo aprueba y le vas a decir: 'oye, vamos a contratar al doble'. No creo que sea una iniciativa ni muy popular ni necesaria en estos momentos. A.M.: No te mejora las cosas. Hemos tenido Senado y diputados, antes tenían la misma desaprobación, tampoco funcionaban. Yo no veo para qué vamos a hacer otro Senado si como está ahora es menos malo que antes. L.D.: (Sonríe). Es menos malo porque son la mitad. A.M.: Tener otorongos con canas… ¿Por qué va a ser mejor el senador que el diputado? Son un poquito más viejos nomás.L.D.: Si viniera acompañada la bicameralidad con esa lógica amarrada básicamente a la representación geográfica o geopolítica de nuestro país, de repente tendría sentido, pero regresar a la bicameralidad porque es lo que había antes no tiene mucho sentido.A.M.: Me lo dijo muy bien un congresista: 'porque necesitamos más puestos, hermano; 130 es muy poco y la gente del partido quiere postular'. También hay una cuestión cínica detrás…

En 1992, previo al autogolpe, había un clima político caldeado y un enfrentamiento del Ejecutivo y el Congreso. Veinticinco años después, ¿cuál es su balance sobre el nivel de representatividad y el debate congresal?L.D.: (Ríe). Por lo menos son menos.A.M.: El nivel de congresistas era bien bajo, había algunas figuras interesantes. L.D.: Siempre ha habido, pero me parece imposible hacer un balance y hablar de la señora Beteta o del señor Becerril… A.M.: Yo siempre insistiré en que de todos los Congresos que he visto, el peor ha sido el de Toledo. El de Humala era la Cámara de los Lores al lado de lo que había en la época de Toledo…

Las Fuerzas Armadas fueron fundamentales como soporte del autogolpe con Nicolás Hermoza a la cabeza. ¿Cómo han cambiado esas instituciones? ¿Ya no corremos el riesgo de repetir la historia?A.M.: Hermoza con Montesinos y Fujimori formaron un trípode. (…) En el Perú nunca digas nunca, pero este es otro país, no hay polarización, no tendría objeto.L.D.: No solo eso, no tiene cohesión, no hay la identificación institucional dentro de los institutos armados como para armar una cosa de esta naturaleza y no la hay desde hace muchos años. A.M.: Hubo mucho temor con Humala en un momento cuando nombró a su promoción. La gente estuvo nerviosa, pero no pasó de una argolla.L.D.: Más que argolla, era sacar a un montón de gente que lo miraba por encima del hombro…

¿Se ha cerrado el capítulo del autoritarismo en el Perú?L.D.: Lo acaba de decir Aldo, nunca digas nunca. El presidente que tenemos ahora no tiene un corte autoritarista, pero existe una porción importante de la población que no vería con malos ojos un gobierno más autoritario, más vertical.A.M.: Lo que pasa es que no tienes ingredientes como la inflación ni el terrorismo, que exacerbaba terriblemente la vida.

¿Creen que el fujimorismo aprendió del autogolpe? En los últimos días ha presentado un proyecto que pretende interferir en el manejo de los medios de comunicación.L.D.: ¿Aprendió en qué sentido? ¿Escarmentó para no caer en lo mismo? Yo creo que no. En la vena fujimorista hay necesariamente un elemento autoritario que le es inherente.A.M.: Yo no entiendo hasta ahora por qué se manejan tan torpes teniendo tanta fuerza. (Jaime) Saavedra, el Banco Central de Reserva, este proyecto de ley de medios, el tema del Sodalicio. ¿Qué les costaba que se haga la comisión? Seamos cínicos, no les gustaba el tema, qué suma y qué resta, que haya la comisión. Quemar tanto capital político por el BCR. Por el TC lo entiendo, pero ¿por el BCR? Sobre todo teniendo el pasado que tienen, tú dices por qué están tan torpes.

Si se querían despercudir de ese pasado, con este proyecto sobre medios solo han logrado poner el tema sobre el tapete.A.M.: Tienes fama de alcohólico y te pones a tomar de nuevo. ¿Para qué hacen eso?L.D.: Exactamente, algo está pasando, no hay ninguna explicación. Es lo de siempre, no es que dejaron de serlo y ahora lo son. Es impresionante cómo ha ido creciendo el fujimorismo en los últimos tres gobiernos, han tenido un comportamiento diferente al de los anteriores, mucho más colaborativo, fastidiaban lo que correspondía, lo que les tocaba…

Pero nunca estuvieron tan cerca de llegar al poder…A.M.: Ellos sienten que les han robado las elecciones. Cuando tú hablas con ellos, tienen muy metida esa herida… L.D.: Nunca habíamos visto tantos fujimoristas desde el gobierno de Fujimori. Una cosa fue cuando eran 13 congresistas, otra 26 y otra cuando son 72. Eso de alguna manera, sumado a lo que dice Aldo, es que hay sangre en el ojo todavía y eso te genera una forma de comportarte completamente diferente.A.M.: Hay que ser justos. También es sangre en el ojo porque los arrinconan. Nada que hayan intentado hacer para aggiornarse se les reconoce, todo el día los atacan, eso genera asfixia; hay gente que parece que los quisiera exterminar…L.D.: Luis Galarreta te dijo que Carlos Moreno era peor que Vladimiro Montesinos. Ya pues, a eso voy…A.M.: No reeditemos el antiaprismo del siglo pasado. Hay un antifujimorismo, no hay manera de sentarte a hablar con ellos, porque todo es malo. Eso genera en el otro resistencia; hay un antifujimorismo muy infantil y eso no es bueno para el país.L.D.: Claro, genera una polarización extrema. Es como tú dices: dices que ya no tomas y de pronto te tomas media botella. Entonces, todo el tiempo tuve razón en no creerte.A.M: Pero tampoco te reconozco cuando dices que estás tomando agua. 'No, seguro que es vodka', dicen. No los dejan respirar, ellos sienten eso. Debemos empezar a entendernos porque estamos reeditando el antiaprismo.

¿Fuerza Popular puede todavía llegar al poder? A.M.: (Ríe). En el Perú tú puedes ser presidenta. Humala es el mejor ejemplo de que acá en el Perú cualquiera puede ser presidente.