PPK-FP: el fracaso de un proyecto soñado

“El ppkausismo y el fujimorismo representan a dos sectores sociales muy distintos”.
Pulso Digital: El 49% considera que reunión entre PPK y Keiko Fujimori fue positiva. (Piko Tamashiro)

Esta columna se entrega antes de conocer el resultado del debate sobre el pedido de vacancia en el Congreso. Sin embargo, al margen de cuál sea su final, el proyecto del presidente Pedro Pablo Kuczynski y de su entorno más íntimo, de establecer una alianza con el fujimorismo, ha sufrido un fracaso estrepitoso.

Después de las elecciones del año pasado, hubo analistas, empresarios y académicos que consideraron natural y beneficiosa la alianza entre PPK y Fuerza Popular. El argumento era muy simple y de apariencia convincente: ambas fuerzas coinciden con el modelo económico vigente y por lo tanto la alianza era no solo posible sino necesaria. Más aún, la alianza consolidaría la gobernabilidad o, dicho de otra manera, el orden.

El asunto, como es evidente, no resultó. Las razones de la imposibilidad de la alianza son múltiples, pero hay tres sumamente importantes: la primera es que el ppkausismo y el fujimorismo representan a dos sectores sociales muy distintos; la segunda, de mayor importancia, que el fujimorismo es una fuerza autoritaria; y la tercera, que para Fuerza Popular el objetivo principal, por encima de cualquier otro, es obtener la Presidencia, sea el 2021 o antes.

Socialmente, el ppkausismo representa sobre todo a sectores de la clase media alta o alta. Es básicamente limeño, aunque en las elecciones presidenciales últimas le fue bien en Arequipa. Es socialmente heredero del PPC, en gran medida, y aglutina a importantes representantes de la alta tecnocracia (gerentes generales pura sangre). El fujimorismo es radicalmente otra cosa: su base social electoral es sobre todo popular y, en gran medida, informal. Por esta sencilla razón, mientras que los principales representantes del Ejecutivo son más fieles defensores del modelo económico, a los que gobiernan desde el Parlamento les interesa hacerse del Ejecutivo, controlar la administración de justicia y adoptar medidas “populistas”, incluso a costa de la tan venerada estabilidad económica.

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