Tres datos positivos llaman la atención en el informe del INEI sobre los resultados del censo 2017. El primero es que desde 2007 la cobertura del seguro de salud se incrementó en más de 91%. Ahora, 75.5% de la población tiene cobertura. En términos globales, 22 millones de personas están aseguradas (10.5 millones más que en 2007). ¿Qué generó este aumento? La ampliación del Sistema Integral de Salud (SIS), que abarca a 44% de la población asegurada. En este ámbito, que implica un derecho fundamental, el Estado cumple un papel decisivo, por más que la calidad pueda estar en veremos todavía. No obstante, la cuarta parte de la población (7 millones) no tiene seguro de salud.
El segundo dato a relevar es que el 60% se autopercibe mestizo, denominación de varias interpretaciones, pero que satisfizo a esta mayoría. Un potente 22% se autoidentifica como quechua y más de 2%, aimara. Cerca de 80 mil se consideran nativos o indígenas amazónicos. Hay, pues, un 25% (no solo rural, y esto es importante) que se vincula con una cultura originaria. Es necesario, por eso, priorizar las políticas interculturales, sobre todo en la agenda educativa.
El tercer dato es que, en diez años, “el número de hogares con jefa mujer aumentó en 49.1%”. Según los datos actuales, 35% de los hogares están jefaturados por mujeres. Más que una novedad, esto podría ser un sinceramiento, quizá acorde con un mayor empoderamiento de la mujer, aunque no signifique necesariamente una reducción del machismo.
Un cuarto dato, ya no positivo, es que 5.8% de la población de 15 y más años es analfabeta. Si bien la tasa de analfabetismo se redujo en 1.3% desde 2007, sigue siendo muy alta. Con el bicentenario en la mira, habría que trazarse la meta de declarar al Perú, en 2021, como un “territorio libre de analfabetismo”.
El censo permite identificar cambios relacionados con los individuos, las familias y la sociedad, así como reconocer la urgencia de un Estado acorde con las nuevas realidades.