La ortodoxia neoliberal se desarticula

Soles (USI)

Mientras que en el Perú los neoliberales se rasgan las vestiduras ante el aumento de 80 soles del salario mínimo (de 850 a 930) y le achacan las culpas anticipadas por un supuesto futuro incremento de la informalidad laboral, por ser –dicen– proteccionista, antitécnico y populista, The New York Times, el diario estadounidense, publica un artículo en el que, ante los nuevos nacionalismos (Trump, entre otros), se pregunta si acaso “¿es el fin del orden mundial que conocíamos?” (2/2/18).

¿Cuál es el vínculo entre la rigidez peruana neoliberal contra el aumento del salario mínimo y el “fin del actual orden mundial”? Una de las razones centrales del desencanto de grandes sectores de la población de Estados Unidos y Europa ante la democracia liberal es “la desconfianza pública en las instituciones, en medio de una sensación de que las masas han quedado de lado”.

La conclusión tiene un aire de familia que bien se podría aplicar al Perú, más aún cuando, a continuación, el mismo diario señala que “en Estados Unidos y el Reino Unido la clase trabajadora ha padecido el desempleo y un declive en la calidad de vida mientras los líderes del gobierno han formulado políticas para enriquecer a las élites: más acuerdos comerciales, menos restricciones a los banqueros”.

Ante el descontento, en América Latina han aparecido los “populismos de izquierda” o las “salidas constitucionales” para traerse abajo a presidentes elegidos (caso PPK). La crisis política y económica brasileña puede estar abriéndole el camino, no obstante, a una nueva-vieja forma de canalizar el malestar frente a las instituciones y el hartazgo frente a la clase política: el golpe militar o el tutelaje militar. La declaración de un alto mando militar de “rechazo a la impunidad”, es decir, ante una posible negativa al encarcelamiento de Lula por parte del Tribunal Supremo, ha sido una clara advertencia: “No lo hagan porque no lo vamos a tolerar”.

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