Ramos y compañía celebran la segunda conquista de Perú sobre Nueva Zelanda, en la revancha del repechaje que determinó el progreso de la bicolor a Rusia 2018. (REUTERS)
Ramos y compañía celebran la segunda conquista de Perú sobre Nueva Zelanda, en la revancha del repechaje que determinó el progreso de la bicolor a Rusia 2018. (REUTERS)

Mareados de alegría con los resultados de la selección, poniéndonos al día con celebraciones, tantas veces postergadas y merecidas. El caballeroso ‘Mudo’ Alberto Rodríguez, de pocas palabras pero de gran afectividad cuando viste la camiseta, Farfán, Cueva anotando ante Escocia, esperando que se repliquen los resultados más allá de los amistosos, Ricardo Gareca dando cuenta de su fe en el equipo, gente de todos los niveles y edades, orgullosos de la ‘Blanquirroja’, cantando emocionados el himno nacional del Perú, Dinamarca (nuestro primer rival en Rusia) respondiendo con un canto dándonos la bienvenida y definiéndonos como el país, a la orilla del Pacífico, de legado histórico y luchador.

¡Extraordinario!, pero no todo es fútbol. Doloroso resulta comprobar que el presidente del Congreso, Luis Galarreta, sigue empeñado en culpar a los mensajeros de los desatinos y descuidos de los empeños presupuestales del Legislativo. Convencidos estamos de que un Congreso moderno debe comprar computadoras, entrar a la era del paperless y estar al tanto de las noticias televisivas, pero una autoridad, un político experimentado que no percibe que la oportunidad y las respuestas claras, sobrias, aunque las preguntas sean molestas, impertinentes, son necesarias, sobre todo cuando se trata del presidente de un poder del Estado, cuyo partido político no se caracteriza precisamente por modales democráticos, es, por decirlo de algún modo, necio.

Hablar de “medios mermeleros” sin mostrar pruebas, lanzar una respuesta en tono de amenaza con una eventual aprobación del proyecto de ley que prohibiría la publicidad, asegurar un cargamontón cuando se le exige un argumento convincente, menos irónico por la onerosa compra de flores importadas en momentos en los que el país necesita señas de austeridad, debería, también, ser inherente a los miembros de un Parlamento respetable. Si quieren respeto, a ganárselo a pulso, no a patadas sino con goles. ¡Juego limpio en la política, señores!

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