Cuestión de estaturas. (Foto: Rolly Reyna)
Cuestión de estaturas. (Foto: Rolly Reyna)

Será la próxima semana. Sin coreografías y sin intermediarios esperemos que se realice la reunión entre el presidente Martín Vizcarra y Pedro Olaechea, cabeza del Legislativo. Ambos se esmeran en las formas, aunque sus agendas e intenciones sean muy distintas. En sus capacidades está la posibilidad de hallar una vía constitucional y democrática para salir del enfrentamiento y entrampamiento que nos tiene en modo “esto es guerra” a los peruanos.

Cerrar el Congreso no es una solución aunque “se coree” en los recorridos presidenciales, y Vizcarra lo sabe. Sabe que una decisión de tal magnitud lo conduciría a consecuencias judiciales. Quiere tener proyección política, sin duda. Por su parte, Olaechea debe dejar “la pompa” con tufillo oligárquico para entablar un diálogo franco en que se reconozca la situación de “ilegitimidad” de toda la clase política, representada por los congresistas. Los márgenes de acción de ese diálogo pueden ser amplios si ponen por encima las poses y correlaciones de fuerza. El pedido de reforma para adelantar elecciones es una salida viable para unos, mientras que para otros es inconveniente porque es la confesión de un fracaso político del gobierno. El atajo de cerrar o desaparecer lo que no me gusta puede ser “pan para hoy, pero hambre para mañana”. Quisiera confiar en que Vizcarra y Olaechea sean capaces de jugar limpio y poner reglas claras. Hay opciones y el país espera que nos sorprendan con salidas consensuadas y democráticas, sin alterar el orden constitucional. A veces al pueblo hay que explicarle que los contratos constitucionales establecidos nos pueden dar salidas. Deben actuar con la estatura mental que el momento exige.