Mientras tanto... en el Perú

“¿Cómo pueden los ciudadanos beneficiarse del modelo económico si están excluidos del sistema al estar apartados?”.
(USI)

Mientras el Ejecutivo y el Legislativo continúan en una pugna sin sentido, el resto del Perú sigue desatendido. El 22% de los peruanos vive debajo de la línea de la pobreza y la anemia infantil afecta al 46.8% de los niños menores de tres años. De acuerdo con cifras del Minsa a junio, este año habrían fallecido 604 personas por neumonía en los departamentos de Cusco, Apurímac, Ayacucho, Arequipa, Huánuco, Huancavelica, Junín, Moquegua, Pasco, Puno y Tacna como consecuencia de las heladas. Y el Estado, pese a los recursos que tiene, aún no llega.

Uno de los grandes problemas que enfrentamos es la falta de infraestructura que conecte a los peruanos que viven al interior del país. La brecha de inversión en infraestructura sigue ampliándose por la inoperancia del Estado. ¿Cómo logramos llevarles servicios si es que no contamos con infraestructura que lo permita? ¿Cómo pueden los ciudadanos beneficiarse del modelo económico si están excluidos del sistema al estar apartados?
Actualmente, solo el 10% de la red vial departamental está asfaltada. Esta red vial interconecta las capitales de los departamentos con las capitales de sus provincias, y su construcción y mantenimiento están a cargo de los gobiernos regionales. Mientras que en el caso de la red vial vecinal o rural, que consiste en las vías que unen a los pequeños centros poblados rurales o urbanos de cada departamento, y que está a cargo de los gobiernos locales, solo el 1% estaría asfaltada.

La falta de capacidad en la gestión pública, el mal uso de los recursos públicos, la falta de rendición de cuentas de parte de las autoridades y el desdén de los ciudadanos hacia la administración pública y los políticos son los responsables de los resultados. Y, sin embargo, nadie asume responsabilidad.

Mientras tanto, el Estado utiliza recursos en proyectos mal elegidos y con sobrecosto. Por ejemplo, los Panamericanos van a costarle al Estado peruano US$1,300 millones; la refinería de Talara, US$5,000 millones, pese a que no existe; y la Línea 2 del Metro cuesta US$4,530 millones, el doble por kilómetro de lo que costó la Línea 1 del Metro, y lo que han costado las ampliaciones del metro de Santiago de Chile. ¿Por qué? ¿Quién toma las decisiones en el Estado?

¿Cómo podemos reducir la mortalidad infantil si los peruanos que viven en zonas apartadas no tienen la posibilidad de llegar a tiempo a los hospitales? ¿Cómo logramos que confíen en el Estado, si el Estado no existe para ellos? Mientras tanto, desde Lima el presidente sigue mareado por las encuestas.

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