PPK (Luis Centurión/Perú21)
PPK (Luis Centurión/Perú21)

Resulta una broma de mal gusto que este gobierno haya decretado que 2018 sea el año del “diálogo y la reconciliación nacional”. Sin embargo, asumiendo que estamos ante una genuina iniciativa del gobierno, surgen algunas interrogantes que todos nos deberíamos hacer.

Por ejemplo, ¿acaso un gobierno débil e incapaz de tener mensajes claros con sus aliados o la ciudadanía en general puede encabezar un proceso diálogo?, ¿un jefe de Estado que ha perdido totalmente su credibilidad puede estar al frente del proceso de reconciliación?, ¿acaso el diálogo no debería preceder a las decisiones gubernamentales (indulto) que dan paso a la reconciliación?

Asimismo, ¿por qué el diálogo y posterior reconciliación solo deben circunscribirse a lo ocurrido durante el fujimorato?, ¿por qué solo se exigen muestras de respeto con los deudos de las víctimas de La Cantuta y Barrios Altos?, ¿acaso nos hemos olvidado de los deudos de los valerosos policías y militares que dieron sus vidas para defendernos del terrorismo durante esa misma época?

Como podemos advertir, lo único que vanamente pretende el gobierno es generar un contexto que amortigüe la crisis posindulto que amenaza con apagar su respirador artificial antes de lo previsto. Cabe señalar que si bien el ppkausismo se equivoca, ello tampoco justifica que los opositores del indulto quieran cosechar réditos electorales incentivando una mayor polarización en el país.

Así las cosas, el “diálogo y la reconciliación nacional” decretado por Pedro Pablo Kuczynski y su “equipo de lujo” terminará como un simple eslogan que se colocará en la papelería gubernamental y que pasará al olvido a partir del 1 de enero de 2019. Una lástima.

P.D. Ojalá que, como nación, podamos iniciar un verdadero proceso de diálogo que sea transversal y que ello nos permita llegar al bicentenario con menos heridas de las que hoy tenemos. Habrá que hacer un esfuerzo.