Ministerio de Economía y Finanzas dio el anuncio sobre el aumento de la UIT. (Perú21)
Ministerio de Economía y Finanzas dio el anuncio sobre el aumento de la UIT. (Perú21)

El Perú siempre gana premios al mejor entorno para la inclusión financiera; se nos reconoce como un país con un alto compromiso con el tema y con un gran potencial de innovación. Lo avanzado en inclusión financiera se ha construido durante décadas gracias a la constancia del esfuerzo durante distintos gobiernos, a la perseverancia e innovación de un conjunto de actores, que van desde reguladores hasta directivos de decenas de entidades financieras, reguladas y no reguladas, y a la llegada de nuevos socios al tema, como las fintechs y los Ministerios de Educación, por ejemplo.

Estamos casi todos los que tenemos que estar, cada uno desde lo suyo, por ello nos urge tener un líder, un director (o directora) de orquesta. La acción articulada urge porque la inclusión financiera real, la del ciudadano que sigue llevando su capital de trabajo en efectivo en su bolsillo y trabajando con herramientas financieras de baja calidad, alto riesgo y alto precio, avanza lento. Algo, apenas, como el 40% de los adultos tiene una cuenta y solo una parte de ellos la usa regularmente. Estamos lejos de la inclusión financiera. La Estrategia Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) dice que a 2021 el 75% de los peruanos adultos tendrá una cuenta, el 50% de las MiPymes tendrá crédito formal y las transacciones electrónicas se multiplicarán por 5. Está difícil lograrlo, por más premios que nos den.

Si ya tenemos un plan para avanzar en la inclusión financiera, esa que traerá crecimiento, más oportunidades para los más pobres, formalización y cierre de brechas, y sabemos qué es lo que hay que hacer, ¿por qué no lo estamos haciendo? Difícil encontrar respuestas pues hoy ni siquiera tenemos a quién preguntarle. Hoy nadie lidera. Nadie organiza a los actores, nadie rinde cuentas.

Si no avanzamos en inclusión financiera perdemos todos, solo ganan la informalidad, la exclusión y las economías ilegales. Urge un liderazgo para la ENIF.

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