TIEMPO LÍMITE. Aráoz dijo que esta semana se conocería al nuevo gabinete. Aún no hay novedades. (CésarCampos/Perú21)
TIEMPO LÍMITE. Aráoz dijo que esta semana se conocería al nuevo gabinete. Aún no hay novedades. (CésarCampos/Perú21)

Durante todas nuestras vidas siempre tomamos decisiones. Más allá de juzgarlas, quien las toma, sea usted o el presidente, debe pensar no solo en las consecuencias últimas de la decisión tomada, sino en los efectos de aquella que se dejó de tomar. Porque decidir por algún camino significa dejar de lado otro. Y ese es el costo de oportunidad.

Pongamos un ejemplo: sin emitir ningún juicio de valor, el indulto a Fujimori causó una gran turbulencia política. PPK, al decidir el indulto, ¿qué dejó de hacer? No indultarlo, suponiendo que haya sido la única opción. Lo cierto es que los impactos de lo que dejó de hacer (o pudo hacer) son el costo de oportunidad de la decisión tomada. Y los costos se asumen.

Es como cuando usted decide ir a una fiesta de Año Nuevo. Más allá de la opinión de los demás, el dinero que usó para la misma lo pudo usar en comprarse ropa, si esta era la mejor alternativa dejada de lado. El costo de oportunidad se refiere a los efectos de lo que se deja de hacer en cada decisión que tomamos. Para un gobierno, gastar más en educación significa gastar menos en otro objetivo, pues el dinero es limitado, al igual que las finanzas de nuestras familias. Pregúntese usted: ¿qué está dejando de hacer un ciudadano cuando acepta un cargo de ministro? Si la mejor opción dejada de lado es estar con la familia, pues ese tiempo usado para colaborar con el gobierno sería el costo de oportunidad.

La economía aporta dos elementos cuando se toman decisiones: por un lado, analizar las consecuencias no solo inmediatas, sino aquellas de mediano plazo; debemos ver lo que se ve y lo que no se ve; por otro, pensar siempre en el costo de oportunidad para tener claro lo que dejamos de ganar por cada decisión que tomamos.