América Latina: dos razones de la turbulencia política

(Foto: Getty Images)

América Latina vive una época de protestas. Chile, Ecuador, Colombia, Bolivia, entre otros. Se culpa al modelo (sin precisar cuál) y se plantea la necesidad de una nueva Constitución para que todo mejore. ¿Es así? Propongo dos razones comunes, que explican esto, más allá del detonante que varía de país a país.

En primer lugar, si comparamos el crecimiento de todos los países de la región entre 2003 y 2011 versus el ocurrido entre 2012 y 2018, se ve una acentuada desaceleración. Del optimismo se ha pasado al pesimismo. No se ha entendido que la dinámica económica hasta 2011 dependió en gran parte de un periodo excepcional de la economía mundial, manifestado en un aumento de demanda por materias primas. China fue clave. Hoy, las economías cada vez crecen menos. El gigante pasó de crecer más de 10% anual a solo 6%.

Segundo: la democracia representativa está en crisis. Los ciudadanos no sienten que los políticos los representen y están hartos de los escándalos de corrupción. Que se vayan todos es la consigna. Los gobiernos no son capaces de brindar servicios básicos de calidad para todos. Las personas tienen el derecho a querer vivir mejor y buscan un cambio, pero, ¿hacia qué?

Si fuera el modelo de mercado (al que erróneamente llaman neoliberalismo), entonces Venezuela sería el ejemplo, o Ecuador o Bolivia. Cuando sube la marea, como ocurrió entre 2003 y 2011, todos los barcos suben. Y cuando baja, también bajan. En la región hay un modelo mercantilista basado en conexiones entre algunos grupos y el poder político de turno. Y ese no es un modelo de mercado, pues este se basa en condiciones iguales para todos. Eso no ocurre en el barrio, sea usted de izquierda o de derecha.

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