( Juan Ponce Valenzuela /@photo.gec)
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Médicos y expertos en análisis de datos vienen alertando del aumento acelerado de nuevos casos de COVID-19 en territorio nacional. Solo en la última semana, los casos se incrementaron en 24%. Un salto significativo, difícil de soslayar.

Después de haber lidiado contra la pandemia a lo largo de dos durísimos años, debería quedar claro que el problema no son los contagios, porque estos seguirán produciéndose, como cualquier gripe. El tema medular es la vacunación, que, visto está, resultó determinante para acabar con las últimas olas tanto en número de contagios como de fallecidos.

Según el Minsa, son unos 7 millones de peruanos que no tienen las cuatro dosis de refuerzo y 1.5 millones que no tienen la tercera dosis. Tal como sucede con la influenza, la única manera de contener los efectos graves y recurrentes del coronavirus será con la vacuna, que ya se ha establecido sería anual desde 2023, en especial para personas con comorbilidades.

El uso de la mascarilla –cuya ubicuidad ha venido menguando en el paisaje cotidiano de nuestras ciudades– es ya voluntario y en realidad necesario solo en determinadas circunstancias. Las cuarentenas obligatorias, los poblados o ciudades cerradas son, en la práctica, inexistentes. Los hospitales, las camas UCI, ya no están atiborradas ni el personal médico sobrepasado. El último paciente de la Villa Panamericana fue dado de alta hace pocas semanas.

Es importante que la negligencia no se convierta, a estas alturas, en la causa de un impensable retroceso en la lucha contra la plaga. No importa que las víctimas mortales hayan disminuido radicalmente.

Vacunarse es la solución para no terminar en centros de salud públicos que, como sabemos, presentan demasiadas carencias. Mucho más ahora, con todo lo que está ocurriendo en el Minsa, debido a la flagrante incapacidad de sus máximas autoridades, envueltas en escándalos y un sinfín de denuncias.

Cumplamos, pues, con estos ya últimos requerimientos para despedirnos del malhadado virus, al menos en su versión más letal. No vaya a ser que al Gobierno se le ocurra imponer algún tipo restricción, que tanto daño le hizo a la economía nacional.

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