¿Ustedes pueden entender que en Canal N le den cabida a Harold Forsyth como un opinante erudito sobre las elecciones estadounidenses cuando ese tipejo repelente fungió de sirviente de Pedro Castillo en la OEA? Y en Gestión, un diario de negocios, patrocinan un libro de la historia de LatAm con el Che Guevara en la portada… Nunca entenderé a los Miró Quesada. Mantuvieron por años como mandamás en los canales 4 y N a Clara Elvira Ospina, esa caviaraza importada que tan mañosamente distorsionó la campaña electoral de 2016 y que nunca paró de inyectar caviarada a esos dos medios, labor que ahora continua desde Epicentro (hasta se ha aliado con la ONG de extrema izquierda Aprodeh). Para todo eso, mejor hubieran dejado en el puesto a la caviar local Laura Puertas y su combo (RMP, Tola, etcétera). También los MQ pusieron de director de El Comercio a Fernando Berckemeyer, un señorito que no había estudiado periodismo o había escrito siquiera una nota de comisaría en su vida. El inexperto Berckemeyer desposicionó el diario frente a sus lectores más fieles, a los que alejó como la peste, pues se puso a hacer un producto para un lector caviar treintón (uno que precisamente jamás iba a comprar un medio de papel), con un enfoque muy distinto al que demandaba su lector tradicional (pudiente, mayor de 50 años), el cual no estaba nada interesado en tanta agenda gay (¿Se acuerdan de esa portada descomunal dedicada al matrimonio de Óscar Ugarteche?), la corrección política, ser antifujimorista o antiaprista, montar bicicleta y comer quinua. Encima permitieron que en un berrinche Berckemeyer maltrate y despida a una columnista de la familia. El niñato de las rabietas se mudó de EC a su consultora lobbistoide “Público”, pero el daño ya estaba hecho y luego tampoco hubo mayor cambio de orientación, sino más bien mucho vizcarrismo y caviarada en 4 y N, con Mavila & Chincha de adalides. Y hasta hoy los MQ siguen sin cambiar. Parece que la línea caviar de Bernardo Roca Rey será allí eterna.
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Nunca entenderé a los Miró Quesada…
“El inexperto Berckemeyer desposicionó el diario frente a sus lectores más fieles, a los que alejó como la peste, pues se puso a hacer un producto para un lector caviar treintón”.
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