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No seas malo, chochera
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Después de haber quedado groggy tras el intento fallido de tomar el poder vía Manuel Merino, el Congreso necesitó pocas semanas para recuperar el aire perdido y volver más recargado que nunca. La mayoría de bancadas ha decidido hacer del hemiciclo un octógono de vale todo, un activo escenario de una campaña electoral que será áspera, dura y quizá hasta violenta.
Se aprobó por insistencia el retiro de los aportes a la ONP, a sabiendas del forado que significa en las cuentas fiscales, la eliminación de los contratos CAS sin ningún estudio técnico que evite al Estado sacar dinero de un porrazo de dónde ahora no hay, la “formalización” de los colectiveros sin haber buscado el mínimo consenso para lograr una salida sensata y regulada al problema, sólo por citar algunas leyes.
Quizá sumen votos, pero demuestran que este Congreso no aprendió nada de lo ocurrido el mes pasado cuando la gente en la calle los obligó a retroceder tras el asalto al poder vía una vacancia revestida de legalidad, pero con intereses nada santos detrás de sus promotores.
Todavía hay muchos indecisos y desencantados, pero según los resultados de las encuestas de Ipsos y el IEP de este fin de semana, la intención de voto está muy dispersa y casi todos se emparejan, pero hacia abajo. El escenario perfecto, justamente, para la tentación del populismo puro y duro, tanto para quienes aspiran llegar a la segunda vuelta, como para quienes el objetivo es superar la valla del 5 por ciento para no perder su inscripción electoral. Y que mejor si tienes el Congreso como una “ayudita” adicional.
En este contexto, el gobierno se encuentra contra las cuerdas. Débil y con poco margen de maniobra queda sometido a un Congreso donde los consensos y la sensatez son periódico de ayer. No seas malo, chochera, recuerda que somos 33 millones.
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