Lo que los aficionados esperan, sin embargo, es que al cambio de caras en el comando técnico le sucedan cambios profundos, que los objetivos no se queden solo en salvar una eliminatoria que ha comenzado con el peor pie.
Lo que los aficionados esperan, sin embargo, es que al cambio de caras en el comando técnico le sucedan cambios profundos, que los objetivos no se queden solo en salvar una eliminatoria que ha comenzado con el peor pie.

Fue un sufrimiento para el país entero ver al equipo nacional cerrando el año en el último lugar de la clasificatoria al Mundial de fútbol con apenas dos puntos en ocho partidos. Penoso. Una vergüenza por la que hace años no pasábamos, gracias en parte a Ricardo Gareca y a la dirección deportiva de la Federación Peruana de Fútbol.

Y fue también un sufrimiento ver que uno de los señalados por esta situación se resistía a marcharse para dar paso a la contratación de un nuevo DT si es que antes no arreglaba un buen acuerdo económico de salida. Una salida que se fue alargando debido la incompetencia de quienes le extendieron un contrato poco menos que imposible de resolver en términos razonables para la federación.

Pero el gran culpable de este estrepitoso fracaso parcial –todavía redimible, es cierto, por la cantidad de puntos que quedan por jugar– no fue el entrenador. El responsable es, sin duda, el presidente de la FPF, Agustín Lozano. Un personaje sobre el que pende una pena de siete años de prisión solicitados por la Fiscalía, por enriquecimiento ilícito.

Perú21 ha informado exhaustivamente sobre esa investigación del Ministerio Público, que podría darle continuidad a la leyenda negra del ente rector del fútbol peruano, cuyos anteriores dos presidentes fueron a dar a la cárcel cuando ambos estaban todavía en funciones, por distintas actividades presuntamente delictivas.

Y si a estas acusaciones de inmoralidad y corrupción se le suman los rotundos fracasos en torneos internacionales de las divisiones inferiores, la precaria infraestructura con que se cuenta para este deporte y demás baldones que desde hace años arrastra, pues es difícil no concluir que una reestructuración completa es lo que necesita el fútbol peruano. Y el punto de inicio, obviamente sería la propia federación.

Finalmente, Juan Reynoso arregló su marcha de la Selección y todo indica que quien lo remplazará será el DT del actual campeón del torneo local de este deporte, Jorge Fossati, que ha demostrado largamente su capacidad profesional.

Lo que los aficionados esperan, sin embargo, es que al cambio de caras en el comando técnico le sucedan cambios profundos, que los objetivos no se queden solo en salvar una eliminatoria que ha comenzado con el peor pie.

Sabemos que es mucho pedir, pero, como reza la conseja popular, soñar no cuesta nada.