No necesitas ser un ramplón

Si hubiese nacido en Estados Unidos, habría sido opositor del senador Jhon McCain. Nunca hubiese votado por alguien que apoyó intervenciones militares en Iraq y Afganistán, que estuvo siempre en contra de que las mujeres decidan sobre su cuerpo, y que, en su candidatura a la presidencia de 2008, llevó como vicepresidente a la ultrarradical de derecha Sarah Palin.

Aun así, la ceremonia a una semana de su partida ha sido impresionante, sobre todo por las reacciones de solidaridad que llegaron desde sus eternos opositores. Las imágenes no dejaban la sensación de hipocresía o simple cortesía política, sino de agradecimiento real. ¿Qué político en Perú podría despertar esas mismas emociones?

McCain era un conservador con todas sus letras, pero sus posiciones siempre estuvieron acompañadas de respeto por quien tenía al frente. Y el respeto es una manifestación de humildad, tal vez una de las virtudes que más hacen falta entre los políticos. Alberto de Belaunde escribió hace unos días en Facebook que “con pocas personas el término de servidor público alcanza tal nivel de dignidad y trascendencia”. Estoy totalmente de acuerdo.

Lo que más influye en mí para afirmar esto son los momentos en los que McCain defendió a Obama de ataques xenófobos y racistas cargados de mentira, a pesar de que hacerlo lo podría mostrar débil y pasarle factura. Si no los han visto, busquen los videos de la campaña presidencial de 2008 y posteriores.

Esa es la lección que podríamos aprender en Perú. Si por un momento los líderes políticos se manejasen con decencia entre sí y se tratasen mutuamente con altura y humanidad, tal vez estaríamos en capacidad de entender que es posible ser defensor de ideas cacasenas, crítico de algo u opositor de alguien sin necesidad de ser un simple ramplón.