Mónica Delta: Es lo que hay

La intención de voto por Keiko Fujimori suma la de los otros tres candidatos presidenciales que aparecen en todas las encuestas, pero ella sabe que no le basta. Es un porcentaje en el que está estancada hace rato. A Keiko se le puede volver a quemar el pan en la puerta del horno.

Lo sabe y, por eso, cambia su mirada sobre el informe de la Comisión de la Verdad ante el público de Harvard; ficha a Vladimiro Huaroc, tan progresista y tan villaranista; y Dios sabe cuánta transformación les deparará a sus seguidores en los próximos meses y, sobre todo, en la segunda vuelta electoral.

Keiko será, en última instancia, el blanco electoral perfecto y no podrá quedarse muda. Eso sin contar con un cálculo final del presidente Humala con el que mataría dos pájaros de un tiro: indultar a Alberto Fujimori, quitándole fuerza y liderazgo a Keiko, además de la ansiada libertad de su hermano Antauro, que lo reivindicaría con su antigua tropa etnocacerista y con su familia. PPK, aunque esté en segundo lugar, no termina de despegar para convertirse en peligro. La renuncia al pasaporte norteamericano no ha impactado mucho.

Por los palos aparece un César Acuña representando a ese peruano emergente que hace "plata como cancha" y que compra lealtades, como dice Levitsky (La República), para obtener el poder. Acuña le quitó el bastión del norte al Apra y el que amenace a Alan García lo coloca como un peligro para la estrella, aglutinando a los enemigos de su líder.

Todas las capacidades como candidato que se le atribuyen a García parecen poco frente a este candidato criollón y de raza distinta que le hace la vida a cuadritos en las encuestas.

Los otros del pelotón, incluyendo a Toledo, no parecen tener ni media posibilidad de convertirse en outsider. Cinco meses pueden ser una eternidad en el Perú, es cierto. Que haya un porcentaje que decide su voto en la cola del local electoral, no hay duda. Pero no es menos cierto que los peruanos podemos tropezar con la misma piedra todo el tiempo. Es lo que hay.