Milei no la tiene fácil

Los cambios anunciados y dispuestos ya por el gobierno de Milei iban a tener resistencia. Era obvio. Pasó en Perú en los 90 y está pasando ahora en la Argentina del 23.

En nuestro país una reforma radical, drástica, era lo aconsejable luego del catastrófico gobierno de Alan García, que, tras episodios tan desafortunados como la estatización de la banca y dejar de pagar la deuda externa, hundió al Perú en una de las peores crisis económicas que se recuerdan.

Los argentinos, por su parte, han venido viviendo por años una situación similar, dominada por la hiperinflación, el crecimiento desmedido del Estado e, inversamente, un aumento sideral de la pobreza entre sus ciudadanos.

El miércoles último la Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo de Argentina suspendió temporalmente la reforma laboral del decreto de necesidad y urgencia (DNU) establecida en el artículo que se refiere a nuevas disposiciones en materia laboral.

Entre las más conspicuas, la ampliación del periodo de prueba de tres a ocho meses; la eliminación de la doble indemnización por despido para los casos en los que el trabajador no está registrado; la inclusión, como causal de despido, el haber participado en bloqueos o toma de establecimientos en caso de protestas; y la limitación del derecho a huelga en actividades consideradas esenciales, como la educación, el transporte y las telecomunicaciones.

Una de las piedras de toque en su política de desregulación de la economía es, cómo no, el aspecto laboral. Que se mantengan a salvo el resto de las medidas del decreto dependerá ahora del nivel de concertación y diálogo del Gobierno con otras fuerzas políticas, no necesariamente del mismo sino. Muñeca, que le dicen.

Igualmente, si busca que las otras reformas presentadas al Congreso no sufran el bloqueo respectivo, ya que, de momento, no cuenta con una mayoría absoluta para impulsar legalmente sus reformas.

Serán semanas duras de resistencia a las medidas, necesarias —imprescindibles en realidad— para hacer frente a las consecuencias de décadas de populismo y gasto irresponsable, que han dejado a los argentinos y al Estado, como insiste Milei, sin plata en sus carteras.

Las próximas semanas serán decisivas para determinar la suerte del gran cambio que espera la mayoría de sus compatriotas.