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Hay que pisar callos
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Columnista invitado:
Mauricio Aguirre
Han pasado cuatro meses y medio desde que se instaló el nuevo Congreso y una gran mayoría ya le ha caído con todo. Les han dicho “impresentables”, “populistas” y otros calificativos irreproducibles. Están peleados con el gobierno, la clase empresarial, y han propuesto y aprobado leyes que a decir de muchos expertos amenazan con llevar al país al descalabro tras largos años de estabilidad política y crecimiento económico. En suma, un verdadero desastre.
Pero este Congreso y la mayoría de sus integrantes tienen un gran mérito. Han logrado que se hable y se discuta sobre muchas cosas que deben cambiar y mejorarse en el país, pero que la desidia de muchos y los intereses de unos pocos siempre evitaron que se pongan en agenda. Los sistemas de pensiones, los intereses bancarios, el acceso a la salud y la educación, son algunos de estos temas.
Quizá una explicación puede estar en que muchos de los congresistas elegidos provienen justamente de esos sectores mayoritarios de nuestro país que siempre estuvieron excluidos del sistema. Han sufrido esa exclusión, y están convencidos de que hay que hacer algo para cambiar. Y eso es bueno.
Las formas y los métodos, sin embargo, pueden no ser los más adecuados, y eso si es peligroso. Se generan propuestas y se buscan soluciones inmediatistas que no son más que el reflejo de la propia realidad que viven muchos compatriotas. Esa realidad donde la gran mayoría necesita resolver sus problemas del día para recién ponerse a pensar cómo va a sobrevivir al día siguiente.
Esa forma de actuar se está replicando en el Congreso, y si bien puede estar cargada de mucha buena intención, no es la más adecuada cuando se trata de legislar para el largo plazo. Y esto es algo que es primordial que puedan entender los legisladores. Hay que pisar callos, es verdad, pero no en el pie equivocado.
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