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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

A fines de esta semana nos enteramos de que se anulaban los contratos de los consorcios a los que se les habían adjudicado los primeros corredores del Sistema Integrado de Transporte (SIT): Tacna-Garcilaso-Arequipa y Javier Prado. La anulación se debe a que estos consorcios no firmaron la adenda propuesta por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) que modificaba las condiciones del servicio y la fórmula de pago.

Según las empresas, estas nuevas condiciones no les permitirían operar correctamente ni lograr el objetivo final de la propia reforma: atender mejor a los usuarios al ofrecerles un servicio de calidad, seguro y rápido. Además, acusan una vulneración a la seguridad jurídica de su contrato y a las condiciones originales, que fueron las que evaluaron para decidir invertir millones en el negocio.

Por su parte, la Municipalidad de Lima argumenta que la revisión del MEF a los contratos era obligatoria y que se acordó respetar las nuevas condiciones y en tanto los consorcios no habrían aceptado firmar, entonces los contratos se vuelven nulos de pleno derecho.

Resaltan que el resto de adjudicatarios de las rutas sí firmaron los contratos, pero, eso sí, ninguno de estos otros empresarios habría hecho la inversión para el cambio de su flota ni la adecuación a la reforma.

Lamentablemente, estas idas y vueltas, indefiniciones jurídicas, avances y retrocesos lo único que nos demuestran es la poca capacidad que tienen nuestras instituciones para llevar adelante un proceso tan importante como la transformación de la movilidad en nuestra capital.

Parece que, antes de empezar la reforma del transporte, debieron iniciar una reforma institucional. Para que la MML pueda atender las distintas demandas de sus ciudadanos, debe ser fortalecida en capacidades, estructura y, sobre todo, en recursos económicos. En particular, en cuanto al transporte en la ciudad, vuelve a evidenciarse la necesidad de una autoridad única de transporte que resuelva, de una buena vez, la forma en la que nos movemos.

Mientras tanto, nosotros somos quienes sufrimos las consecuencias. Quizá mañana no encontremos el bus que nos lleva a nuestro trabajo. Y eso no está bien.