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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Urbanista

En época de elecciones, las promesas electorales abundan. Se ofrecen puestos de trabajo, carreteras, grandes proyectos de infraestructura, más escuelas, mejores hospitales e incluso hay quienes prometen aumentar el sueldo mínimo. Sin embargo, el gran ausente en la campaña es la ciudad. Los candidatos a la presidencia de la República ni mencionan lo urbano. Parece que olvidan que la mayor parte de la población vive en ciudades, que nuestras ciudades están creciendo y que la capital está rumbo a ser una de las 20 megaciudades del mundo con sus próximamente más de 10 millones de habitantes.

Tampoco parecen darse cuenta del problema de la vivienda en el país y que las políticas de titulación no sirven mucho cuando lo que hace falta es una verdadera política de vivienda social. Recuerdo cuando las promesas electorales se medían por el número de viviendas que planteaban construir. Ahora, casi no se escucha debatir el tema ni tampoco se encuentra mucho en los planes de gobierno.

La gran reforma del transporte no se menciona tampoco y cuando se habla de ella, su discusión es superficial. Nadie habla de lo importante que es reconocer el transporte como un servicio público esencial y ni pío sobre la necesaria Autoridad Única de Transporte para Lima y Callao. Peor aún, no dedican ni una sola palabra –siquiera por respeto– a las miles de familias peruanas que han perdido a sus seres queridos en accidentes de tránsito o deben afrontar las secuelas producto de uno. Puro silencio.

Y si ni de vivienda ni de transporte público hablan, es de esperarse que no tengan propuestas para otros aspectos urbanos como los espacios públicos, la gobernanza de los distritos, sus mecanismos de financiamiento, la gestión de sus centros históricos, la promoción de movilidad no motorizada y menos de las consecuencias del cambio climático en ellas.

Las ciudades son el motor del desarrollo. El país entero dependerá en el futuro de la innovación que surja en ellas y el campo evolucionará en tanto las ciudades se vuelvan más fuertes. La calidad de vida de los peruanos depende, en buena parte, de sus ciudades y los servicios que esta les ofrece. Los próximos cinco años, aparentemente, no traerán nada nuevo para las ciudades del Perú. Un desperdicio.