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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Nuestro sistema electoral está diseñado para que, al final, sintamos que nos metieron la yuca, casi siempre. Obligarnos a votar es ridículo y también es contraproducente que tengamos que esperar dos meses entre primera y segunda vuelta, pues eso da tiempo a una "sobrecampaña" que permite que los dos que han llegado a la semifinal sigan negociando lo innegociable, por cálculo político. Si tuviéramos que volver a votar a los 15 días de la primera vuelta, por ejemplo, no habría tiempo para pactos como los que ha hecho la señora Fujimori.

Fujimori ha hecho pactos con los mineros ilegales y con los evangélicos, calculando cientos de miles de votos más a su favor, votos que flotan entre los indecisos. Pactar con los mineros ilegales es un suicidio, tanto que solo puedo entenderlo como una retribución a un financiamiento de campaña. Es manipular a la opinión pública pretendiendo traerse abajo un proceso de formalización iniciado hace cuatro años por el Ministerio del Ambiente, que si no trae resultados es porque se boicotea desde el propio gobierno regional de Madre de Dios. Es empoderar la actividad ilícita más dañina y rentable del Perú, incluso más que el narcotráfico. Pero esto no debería sorprendernos si tenemos en cuenta que a Fujimori no le importa que Modesto Figueroa Minaya, congresista electo para Madre de Dios por Fuerza Popular, esté denunciado penalmente desde el 2014 como empresario ligado a la actividad minera ilegal.

Otro pacto fríamente calculado es el que acaba de hacer la candidata con la comunidad evangélica, de no promover derechos para las parejas homosexuales ni permitir el aborto en casos de violación, dos derechos que tienen, por naturaleza, todas las personas, sin tener que someterse a la dictadura de ninguna religión ni ideología, ni mucho menos cálculo político. La señora Fujimori podría haber calculado, incluso, que si este país se va al carajo por la minería ilegal, ella puede empezar a llamarse Keiko Vito y mandarse mudar a EE.UU., donde tiene derecho a vivir gracias a su unión funcional y felizmente legalizada con el ciudadano estadounidense Mark Vito. Y que allá también estarían a salvo ella y su familia, en el caso de que alguno de los miembros resultara ser de una opción sexual distinta, gracias a las leyes que ella promueve en Harvard pero no en el Perú (siempre calculando su hipócrita discurso). Por cierto, no me digan ahora que es un insulto sugerir que alguien de su familia podría tener una opción sexual distinta: no estoy diciendo que lo sean, no los conozco, no sé ni cómo se llaman… lo que importa es que ser homosexual no es un delito.