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Majadería de AMLO
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Perseverando en la necedad, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), ha ratificado que no entregará la presidencia de la Alianza del Pacífico al Perú, alegando que la presidenta Dina Boluarte es una “usurpadora”, como si estuviese siguiendo el libreto de una telenovela de Televisa.
El mandatario mexicano pasa deliberadamente por alto lo que realmente ocurrió en nuestro país el 7 de diciembre. Por supuesto que no por una contumaz ignorancia, sino por solidaridad política con un presidente como el golpista Pedro Castillo, con quien comparte más de una afinidad ideológica y una clara vocación por la autocracia.
A la Cancillería peruana le toca ahora actuar con mayor energía y denunciar en foros internacionales esta caprichosa decisión de AMLO, pues vulnera un tratado multilateral de naturaleza económica que puede afectar –por el retraso que impondrá en las agendas respectivas– a las poblaciones de los cuatros países que lo integran. Y quién sabe si, de paso, también a las otras naciones que buscan adherirse al acuerdo, como Ecuador y Costa Rica.
Un gesto político, electorero, que nada tiene que ver con los términos del tratado, cuya finalidad es únicamente económica, en favor del desarrollo y las necesidades de cada país.
Como se sabe, el líder mexicano viene enfrentando una fuerte presión interna por las no tan discretas maniobras que está llevando a cabo para minar la institucionalidad en su país. Y está visto que, como todo caudillo con debilidad por el autoritarismo, siempre necesita de desplantes toreros como ese para ganarse el aplauso fácil. Pero, especialmente en esta coyuntura, recurre a ellos para encubrir sus enjuagues políticos con el objetivo de perpetuarse en el poder –al menos desde la sombra, ya que la Constitución mexicana le impide ser reelegido– y sus alianzas bajo la mesa con sectores militares de dudosa vocación democrática.
Si todo esto le suena familiar, estimado lector, puede decirse que cualquier parecido con los planes y la conducta del hombre del sombrero, en su fugaz paso por Palacio, no es simple coincidencia…
A fin de cuentas, quien más se asemeja al papel de villano usurpador –término que usó para referirse a la presidenta del Perú– en esta saga de pullas a larga distancia y costosos desencuentros regionales, es el propio López Obrador, al pretender retener una instancia que está obligado a entregar.
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