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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ayer explicábamos que entre la posibilidad de recibir una pensión de S/200 –o menos– al mes y llevarse el fondo de alrededor de S/11,000 del que sale aquella pensión, muchos preferirían tener el efectivo para poner un pequeño negocio e intentar generarse un flujo mayor a esos S/200. Para aterrizarlo: si alguien va a trabajar de lunes a viernes –lo que con seguridad deberá seguir haciendo con una pensión de S/200–, después de pagar los pasajes solo le quedarán S/80.

El problema que esto presenta para cualquiera que decida llevarse el 95.5% de su dinero –porque la pensión que recibiría le parece insuficiente– es que no hay forma de garantizar un flujo que vaya a ser mayor que la pensión que prefirió no tomar. Me explico: en el Perú, menos del 10 por ciento de los emprendimientos sobrevive pasados los cinco años. ¿Y después qué? Eso no ha sido previsto, y está ahí delante de todos.

Un sistema de pensiones que en 22 años solo ha podido incluir a 6 millones (35%) de los 17 millones que conforman la PEA y que quizá únicamente puede garantizar una pensión decorosa para 2.7 millones (los que aportan con más o menos frecuencia, menos del 16%), tiene que ser revisado integralmente porque en el sistema público pasará exactamente lo mismo y peor: si un afiliado no aportó por, al menos, 20 años, no le dan ni un sol.

Al grueso de los pensionistas los mantiene el Estado. Los 90,000 pensionistas del sistema representan un porcentaje bajísimo de todos los jubilados mayores de 65 años en el Perú.

Y, vamos a insistir con esto: si mañana llega un gobierno populistón y amigo de lo ajeno, se puede cargar sin ningún problema los fondos privados. Total, solo el 16% tiene interés en él.