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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Decíamos ayer que la falta de acceso a información fidedigna puede explicar determinadas posiciones basadas principalmente en ignorancia y miedo. Como afirmar, por ejemplo, que el ministro de Educación, Jaime Saavedra, es corrupto, inepto, que amenaza a la familia porque quiere volver gays a todos los niños o que, sencillamente, no ha hecho nada. A algunos se les entiende el prejuicio: la ignorancia y la estulticia rara vez son culpa propia.

Pero escuchar a los padres de la patria repetir versiones de lo anterior lo deja a uno azorado ante el tamaño de la sinvergüencería. La zafiedad demostrada por algunos parlamentarios mientras repetían sus mentiras estaba fuera de mis expectativas, que ya de por sí eran muy bajas. "En cuatro años, este ministro ha hecho retroceder la educación", dijo un congresista de Fuerza Popular. Es una afirmación grave porque no es dable decir "esa es mi opinión, a mí me parece que retrocedió, pues", porque ir en contra de los hechos objetivos es mentir. ¿Alguien puede decir "a mí me parece que el PBI cayó en 2015" y ser tomado en serio? ¿Por qué no sucede lo mismo con otros sectores? ¿Nadie sabe?

No recuerdo un debate parlamentario con semejante ausencia de ideas o sentido común. Salvo honrosísimas intervenciones, hemos sido testigos de una orgullosísima demostración de anti-inteligencia, de rebuznos hitlerianos. Lleno de lugares comunes, de mentiras y falacias, pobre y ridículo, desinformado y torpe en palabras y formas.

Un debate al que el calificativo "anodino" le queda demasiado grande. Porque ha sido ruin, desleal, procaz, hipócrita, cizañero y vacuo. Hasta el debate de hoy, pensaba que el peor Congreso que habíamos tenido fue el que se fue a su casa el 28 de julio pasado.