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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Decía Fernando Rospigliosi que si existe la voluntad política de vacar al presidente por incapacidad moral (o la razón que sea), no interesaba que sea o no culpable. Tiene razón.

La evidencia es fresca: se bajaron al ministro de Educación con mentiras y arguyendo su presunta responsabilidad política en un delito perpetrado por una funcionaria de segundo rango. Cuando se descubrió que una situación idéntica se había producido en el Congreso, el único resultado fue la destitución del funcionario involucrado, aun cuando la titular de ese poder del Estado prometió renunciar si habían irregularidades.

Claramente, si la voluntad política apunta en una dirección, ni los hechos ni la evidencia interesan. Tampoco la avalancha de opiniones en contra: ni la de antiguos colaboradores y simpatizantes del fujimorismo, ni la de académicos, columnistas, periodistas y medios de comunicación (y se supone que estos tres últimos ayudan a formar la opinión pública). Ni siquiera importó la opinión en contra de la censura de los más conspicuos referentes del fujimorismo. Por supuesto, el respaldo del presidente y su gabinete a Saavedra fue, en términos disuasivos, mantequilla.

Sin embargo, la suerte de Saavedra se decidió tras la publicación de la encuesta de Ipsos el 12 de diciembre. Según esta, 54% de los encuestados estuvo de acuerdo con la interpelación y 52% con la aún no concretada censura. Además, 42% creía que la real razón de la censura eran las computadoras y el 67% que el gobierno debía dejarlo ir.

Publicados los 112 decretos legislativos es muy importante que el Ejecutivo lidere la opinión pública. PPK y Cía. deben tener siempre presente que 72 votos son 72 con 40% o con 5% de aprobación, que ese no es su caso y que poner la otra mejilla no está funcionando.