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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

No quisiera votar por la derecha: ni por Keiko Fujimori, ni por Alan García, ni por Alejandro Toledo, ni por Pedro Pablo Kuczynski, ni por ninguno que se le parezca. Todos son, matices más, matices menos, expresiones de lo mismo: continuismo en un énfasis brutal en las actividades extractivas sin que los recursos generados por ellas se traduzcan en ventajas competitivas y sostenibilidad para el crecimiento y desarrollo del país.

Luego de poco más de 10 años de bonanza y 20 de crecimiento económico ininterrumpido, tenemos la misma institucionalidad precaria, la altísima concentración de mercados, una enorme dependencia de las mentadas actividades extractivas, un pésimo sistema educativo, un pésimo servicio de salud y una seguridad que se diluye todos los días. ¿Qué hemos construido en ese tiempo que nos haga menos dependientes de rascar cerros y exportar lo rascado en barco? No mucho.

Votar por cualquiera de los anteriores es más de lo mismo: ninguno piensa que la construcción de ciudadanía sea importante para tener instituciones que hagan funcionar adecuadamente al Estado de manera más o menos perdurable. Ahora bien, ¿cuál es la alternativa?

A mí me gustaría una izquierda que sea capaz de reconocer que, en Venezuela, Chávez y Maduro tienden a las mismas técnicas "democráticas" de Alberto Fujimori, a quien sin ningún tapujo llaman dictador. Lamentable y aparentemente, eso no va a suceder pronto. Y está bien, cada uno es libre de creer lo que le dé la gana –como la Confiep, que le tiene miedo a Chávez, pero no dice ni pío de China, su principal socio comercial, o la periodista que piensa que hostigar es lo mismo que ser incisiva y que mandarse un baile con un entrevistado es lo mismo que ser buena onda–.