La agenda la ponen las denuncias en orden de espectacularidad. Prendemos la tele y nos damos con el congresista Otárola intentando jalarle la alfombra a la procuradora Julia Príncipe; con el congresista Mulder –y su partido– tratando de revivir el refrito de cinco años con el caso del 'Capitán Carlos' que involucraría al presidente Humala; con un canal de TV intentando –como sea– calentar una antena fría con un par de reportajes sobre las agendas de Nadine Heredia, que por sí solas no prueban nada (lo que no significa que Heredia esté libre de sospecha); el caso de los 'narcoindultos' (uno por minuto) de Alan García que nadie televisa, pero que igual sale en todas partes; el caso Odebrecht/Lava Jato y Toledo, Ecoteva, su suegra y sus inmuebles; la congresista precandidata que deslinda tarde del chavismo del que no es responsable…
Ni siquiera la economía llama tanto la atención. Los medios no se centran en tratar de forzar al gobierno a que aligere la marcha en la inversión pública, la misma que debería ayudar a mitigar el efecto de la desaceleración de la inversión privada que estamos atravesando. Y nadie exige, ¡ni siquiera porque le interesa!
Han pasado más de diez años desde que, hacia finales del gobierno de Toledo, el MEF diseñó un plan para relanzar el mercado de capitales peruano. Hoy, ojalá que no nos cambien la calificación de mercado emergente por la de mercado fronterizo, con todas las consecuencias que ello acarrearía.
Buen ejemplo: diez años sin hacer nada importante y la Bolsa de Lima es un pálido reflejo de la economía peruana. Muy pequeña, ultraconcentrada, llena de mercas. ¿Y la economía peruana? Como diría Daniel Rabinovich de Les Luthiers: ¡Caramba, qué coincidencia!