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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El desorden favorece a quienes representan, en el imaginario colectivo, el remedio. La sensación de inseguridad nos tiene acorralados y la reciente elección de Luis Iberico como presidente del Congreso abona en el mismo sentido. Hay desgobierno, caos, llamadas al borrón y cuenta nueva y a la "reconciliación" que no tienen sentido alguno. Oropeza y Orellana (y sus redes) celebran que esta oposición tenga la rodilla en el cogote del Poder Ejecutivo, posición en la que se puso a sí mismo gracias a Ollanta Humala y a su irresponsable esposa.

Si todos son corruptos y están manchados, nadie lo es y nadie lo está. Esa es la "reconciliación" de la que hablaba Iberico.

La desaceleración económica que se empezó a sentir en el sector inmobiliario, aunque más como una percepción que como una realidad objetiva, se ha extendido a otros sectores. Las personas quieren orden, así sea a balazos, obras y arroz gratis. Si hay que meterle la mano a la billetera del Estado perfecto, mejor él que a uno.

Eso explica la amplísima mayoría del 70% de limeños que respalda a Luis Castañeda pese a la tonelada de cuestionamientos, pruebas y sospechas que lo señalan como responsable de varios ilícitos. Es más o menos lo mismo que explica que el 30% de los electores respalde a una persona sin experiencia de gobierno ni gerencia conocida, que ha sido congresista una sola vez y cuyo único activo real es que lleva el apellido de su padre. Keiko Fujimori es, seguramente, una persona honesta, pero profundamente comprometida con los desmanes y delitos de su padre. Y él es, en la cabeza de muchos peruanos, orden y pan (y circo) pese a que destruyó y criminalizó todas las instituciones del Estado.A más caos, más Keiko.