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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Ayer las bolsas mundiales se desmadraron luego de que la bolsa de China cerrara con un retroceso de 8.49% en su índice más importante. Los mercados asiáticos son los que abren primero, luego los europeos y por último los americanos. Y todos, absolutamente todos, se cayeron. La caída es en realidad la continuación de una tendencia a la baja que empezó la semana pasada y golpeó duramente los mercados de acciones más importantes.

El temor es que China desacelere más de lo esperado y que eso arrastre a la economía global que se sostiene con las justas y gracias –en buena medida– a que el gigante asiático no ha dejado de comprar todo lo que solía comprar para seguir creciendo. Las cuentas en China, sin embargo, siguen siendo un misterio. Si algo sobra en el país al que todos los peruanos hipócritas que tildaban a Hugo Chávez de dictador se subieron felices con el TLC es falta de transparencia y libertades civiles.

El otro temor es que EE.UU. suba sus tasas de interés de referencia en setiembre y eleve con ello el costo de financiamiento (ojalá sea en marzo). Si el mercado asiático/europeo/latinoamericano se cae, no solamente se asume una pérdida por la caída de los precios sino también en el tipo de cambio, pues se necesitarán más yuanes/euros/reales para comprar dólares.

¿Cómo afecta esto a nuestro país? De dos maneras. La primera es un efecto financiero que ya estamos experimentando y que es la visible alza del dólar. La otra es en los ingresos fiscales. Las bolsas se mueven por expectativas: la bolsa de China cae porque las empresas chinas obtendrán menos utilidades. Esto afecta el crecimiento y a menor crecimiento, menor demanda de materias primas.