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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Seguirá entregando a la "justicia" la cabeza de sus mandos medios, opositores y posibles rivales en su partido. Tal vez la acusación contra él y su ex esposa por lavado de activos sea armada para que abra sus cuentas "voluntariamente" y cuando, por supuesto, no le encuentren nada –porque le bastó un viejo ex correligionario y ex ministro mártir para aprender–, dirá que solo lo persiguen por odio. Luego aparecerá como ahora, haciéndose el sorprendido y, compungido, hará un acto público de constricción en el que se reconocerá torpemente confiado y profundamente desilusionado; decepcionado por la traición de la que ha sido víctima por quienes fueron sus colaboradores y amigos. Pedirá disculpas al país, dirá que le está en deuda eterna por sonso (nunca por corrupto) y que quiere pasar sus últimos años honrando esa deuda moral con su patria trabajando para ella hasta desfallecer. Dirá que su partido ya puso su cuota de sangre y que a él nada le han encontrado pues no cayó en tentación "gracias a Dios" y ¡zas!, postula en 2021 y Keiko pierde de nuevo. (No lo saben, pero los fujis están alimentando a su propio verdugo).

"La labor del delincuente es hacer las cosas con nocturnidad. […] Yo le puedo garantizar que no tenía ningún conocimiento ni nada que ver con eso, de manera que a mí no me metan en la pandilla de los ex presidentes". Febrero de 2017.

"De lo que jamás podrán acusarme es de enriquecerme, ¿por qué?, porque el que se enriquece se va a gozar fuera. Allá en Miami o en París o en Nueva York. Y quiere superar su estatus de peruano, de país subdesarrollado, viviendo allá con millones mal habidos. ¡Yo jamás, señor!". Noviembre de 1991.