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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

"Me receto tiempo, abstinencia, soledad…", escribía Jaime Sabines en Espero curarme de ti, un maravilloso himno al amor imposible que se deja ir a regañadientes.

Han sido semanas difíciles para PPK. Particularmente la última: su ministro de Defensa se tuvo que ir por mejorarle el cargo y el sueldo al objeto de sus afectos, hecho que ha puesto de manifiesto que el Ejecutivo está plagado de gente con lealtades divididas.

La "sensación" de inseguridad disparó protestas que acabaron con más de 50 locales nocturnos incendiados (allí se reúnen los delincuentes) y la declaración de emergencia de Juliaca. El paro en Andahuaylas cumple tres días.

Hoy se discute la interpelación a su ministro estrella y parece que la decisión de bocharlo con excusas insustanciales de corrupción o inoperancia está tomada. Aunque todos sepamos que no lo quieren porque les sale caro a los mercas del sector y asusta a los que extrañan a Franco y a la Santa Inquisición.

El panorama es sombrío y la cabeza fría es mejor para tomar decisiones. La soledad de la que habla Sabines es una posibilidad; irse al CADE Paracas tres días es otra que, en la coyuntura actual, parece desaconsejable. La institucionalidad republicana no es algo que preocupe mucho a los empresarios y, más bien, el pragmatismo de muchos de ellos lamenta que ganara PPK porque no tiene mayoría. Si PPK busca empatía, más acogedora encontrará una grada de San Francisco.

En el 2010 un estudio científico determinó que, como el dolor físico y el rechazo (personal o social) activaban los mismos mecanismos conductuales y neurológicos, las sustancias como el paracetamol, que alivian el dolor físico, también funcionan para el corazón roto.

Así que tómese un Panadol y regrese a hacerse cargo, presidente.