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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

IDL-Reporteros hizo público que el alcalde Castañeda le bajó el dedo al proyecto Parque Rímac –y le jaló la alfombra a la ex alcaldesa, Susana Villarán– antes de asumir el cargo. Una posibilidad, la que se me ocurre a mí, es que el actual alcalde estaba tan desesperado por regresar a salvar la ciudad que, aplicadísimo, empezó a trabajar desde antes de que lo nombren.

Que las "coordinaciones" las haya hecho por interposita persona se entiende porque es un hombre ocupado. El que haya negociado con el presidente de una empresa hundida hasta las sienes en un escándalo de corrupción en Brasil (Lava Jato) es algo meramente incidental. Que a las pocas semanas este ejecutivo brasileño haya sido condenado a 16 años de prisión por lavado de activos –entre otros delitos– es una coincidencia atribuible a la mala suerte. Que todo el quilombo haya sido para construir un by-pass de dudosa pertinencia y necesidad, sobrevaluado, con estudios deficientes y entregado tarde se debe a que todo es un malentendido.

Que, encima de todo eso, su concejo municipal acose y persiga a los regidores de la oposición se debe a que los muy egoístas no lo dejan trabajar en paz de puros envidiosos. No debería escandalizarse nadie por que el alcalde contrate trolls con plata de la municipalidad para que lo defiendan en las redes, porque todo el mundo tiene derecho a defenderse. Y eso de que no es transparente y no rinde cuentas es una patraña de sus opositores que no lo dejan trabajar (creo que eso ya lo dije).

La población de Lima está contenta y la aprobación del burgomaestre (salud, coleguitas) es más alta que la del presidente, y ya se van a cumplir dos años de gestión. Así que no, su malecón no es adefesiero, su fijación con el amarillo es una curiosidad encantadora y su inacción no es tal. Porque si el pueblo está contento, todo está bien.