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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

El consenso piensa, me parece, que lo peor que le pudo pasar al gobierno de PPK fue que le explotara un escándalo de corrupción debajo de la silla. Los audios de Moreno ofreciendo enfermos a privados que habría de pagar el SIS confirmaron de alguna manera ese sentido común que ya está instalado en la opinión pública: la corrupción es omnipresente e inherente a la política.

El "roba pero hace obra" es pragmatismo en la resignación (todos roban y siempre lo harán) y deshacerse de ese otro sentido común será difícil, habrá resistencia y será todo cuesta arriba. Pero alguien tiene que comprarse el pleito y al que le cayó el guante es al Ejecutivo (52% de aprobación, según GfK) porque del Congreso (27% de aprobación) nadie parece esperar mucho.

Se van a cumplir 100 días de gobierno y, como sabe cualquiera que haya trabajado en la administración pública, es un plazo insuficiente para cambiar algo sustantivamente. El efecto de las decisiones del gobierno no se ha tangibilizado en ninguno de los temas críticos para la ciudadanía. La iniciativa de ponerles "precio a las cabezas" de delincuentes buscados funciona como gesto, pero ayuda poco a la sensación de inseguridad que se mantiene intacta desde muchísimo antes de las elecciones. Las medidas de reactivación económica tampoco son perceptibles y, alineadas con el hecho de que la inversión privada se desacelera, mella la confianza de la gente en que la situación mejorará.

El gobierno tiene ante sí el enorme reto que constituye mantener a flote las pocas cosas que hizo el gobierno anterior en términos de reforma educativa, de diversificación productiva y de programas sociales mientras combate la corrupción que parasita el Estado desde siempre y sin ayuda.Porque el Congreso no puede salvarse ni a sí mismo.