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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La idea es más o menos simple: te vas o no te vas. La congresista Yeni Vilcatoma parece haber tomado la difícil decisión de dejar la bancada más grande por la noble tarea de empujar normas que –en sus fueros principistas– son las que corresponde empujar en este momento. Si esto le abre la puerta a algunos otros congresistas –hoy– fujimoristas, es algo que queda por verse. Pero no sería irracional sospechar que se convierta en un hueco de globo.

Porque, en el fondo, podría pasar que nadie más del grupo legislativo se vaya con ella. No realmente. La idea de seguir los propios principios más allá de lo que corresponda hacer –independientemente de qué sea lo que cada uno crea– es lo que construye el ser. Si yo quiero que los delincuentes vayan presos y que los jueces los condenen sin miedo, ser fujimorista, con el líder que le da nombre a tu movimiento, no ayuda mucho a tu causa.

Se va. O no. La idea es horrorosa pero existe y abre una cantidad enorme de preguntas que hasta ahora no nos habíamos hecho. Y lo cierto es que no tiene tanto sentido ni, a la luz de lo que les toca o corresponde a los demás colegas, es un poco idiota.

Se puede disentir desde la propia bancada parlamentaria fujimorista, incluso apalancándose en las palabras de la lideresa Keiko Fujimori, que no se convirtió en presidenta –felizmente–, y explicando que no es fujimorista ser pro gobiernista.

Pero Yeni está acorralada y su bancada, aún intentando ser razonable, mantiene que Vilcatoma está equivocada en su posición.

Difícilmente mi vecino podrá hacer un caso a favor de que Vilcatoma se quede en el fujimorismo, pero podrá intentarlo. En vano.