Con licencia para maltratar

Cuánta prepotencia mostró la congresista Milagros Salazar contra dos exdirectoras del Minedu, quienes respetuosamente respondían preguntas en la comisión que ella lidera. Esta triste escena dice mucho del legado de este Congreso, del peligro que significa que el poder esté en las manos equivocadas y de la decadencia que atraviesa la representación política.

¿En qué momento algunos congresistas se comenzaron a sentir con licencia para maltratar de esa forma a quien tengan al frente? ¿Quién les ha hecho creer que se encuentran en una posición de superioridad? ¿Por qué “autoridad” se confunde tan fácilmente con “matonería”?

Eso sin contar que la comisión que investiga los textos escolares que supuestamente fueron impregnados de erotismo e ideologías corrompidas nunca debió existir. La acusación es descabellada. Todo por un link que podría haber estado mejor contextualizado. Por eso, esa comisión es un ejemplo más de un gasto innecesario de recursos, tiempo y dinero que, además, configura un entrometimiento político en un asunto que debería discutirse en el ámbito técnico y especializado dentro del propio Minedu.

En ningún lugar se ha visto que el Congreso de un país decida sobre el contenido de los materiales educativos. ¿Qué están “investigando”? ¿Qué es un genital? Es evidente que el objetivo es político: utilizar la comisión como un misil para desprestigiar a funcionarios públicos de este y anteriores gobiernos. Qué desgracia.

El maltrato que recibieron las dos funcionarias en el Congreso es sintomático de que estamos atrapados en un círculo de vanidades y mediocridad, en donde la política se ha convertido en el arte de construir enemigos y fantasmas. Donde uno existe solo cuando acusa al que tiene al frente. Con una política así, ninguna reforma nos va a salvar.