Lecciones no aprendidas

“¿Qué cosa han hecho los municipios para garantizar que se cumplan los protocolos de seguridad en todos los establecimientos comerciales y otros locales públicos?”.

El 29 de diciembre se cumplirán diecisiete años del incendio en el emporio Mesa Redonda. El siniestro ocupa un lugar privilegiado en la dolorosa lista de tragedias que ha cobrado cientos de vidas en nuestro país. La tugurización de los locales, el desborde de ambulantes, el almacenamiento desmedido de artefactos pirotécnicos y el mal estado de sus instalaciones eléctricas jugaron en contra de la seguridad de cientos de comerciantes y compradores en medio de una cadena de explosiones y fuegos artificiales.

La irresponsabilidad, la desidia y la ausencia de autoridad dejaron entonces –según cifras oficiales– un saldo de 277 muertos y más de 500 heridos.

Mesa Redonda no es el único ejemplo de que la conjunción de estos factores es, irremediablemente, una condena a muerte. De eso pueden dar fe los deudos de los cuatro trabajadores que, en 2016, murieron asfixiados tras desatarse un incendio en una de las salas de cine de Larcomar. O también los familiares de los dos jóvenes que, en junio de 2017, ante las cámaras de televisión, fallecieron luego de clamar inútilmente por ayuda mientras la galería Nicolini en la que se encontraban encerrados se consumía en llamas.

Hace un año, se promulgó la Ley Nº 30619 que le restituyó a los gobiernos locales la competencia para ejecutar las inspecciones técnicas de seguridad en edificaciones y fiscalizar el cumplimiento de la normativa sobre la materia “bajo responsabilidad de la autoridad correspondiente”.

A siete semanas de las fiestas navideñas, la pregunta se cae de madura: ¿qué cosa han hecho los municipios para garantizar que se cumplan los protocolos de seguridad en todos los establecimientos comerciales y otros locales públicos? A la luz de lo visto por Perú21 en un recorrido por el Centro de Lima, la respuesta es nada o muy poco. Las calles y galerías siguen siendo, literalmente, tierra de nadie, sin fiscalización, sin resguardo, sin autoridad.

La tragedia de Mesa Redonda nos dejó una imborrable lección y advertencia de lo que ocasionan la improvisación, la irresponsabilidad, la desidia y la falta de control. Diecisiete años han pasado y todavía no hemos aprendido la lección. Aún estamos a tiempo…

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