¿Es posible tener una televisión con valores? ¿Somos autocríticos de lo que estamos causando a la industria televisiva? ¿Somos conscientes de que la crisis por la que atraviesan la televisión y otros medios no se debe solo al crecimiento de lo digital, sino a que su contenido no genera ninguna diferenciación? Esta y muchas preguntas más podrían hacerse cuando vemos que un presentador de TV está siendo buscado por lavado de activos y por sus vínculos ilícitos. ¿Recién nos damos cuenta o era algo conocido por todos? ¿Es el canal de televisión un vientre de alquiler que no supervisa los vínculos, antecedes y demás? ¿Estamos volviendo a la época en que no existe en la industria televisiva principios o valores que la rijan? Debo pensar que no y que lo de Andrés Hurtado no se conocía en la casa televisora.
Nadie está en contra de alquilar espacios, pero estos deben pasar por filtros para saber que encajan con los principios, valores y su línea política, sino vamos a tener canales Frankenstein. No se puede, en aras de la libertad de expresión, hacer lo que me da la gana.
¿No hay responsabilidad alguna, cuando dejas entrar a tu empresa a delincuentes para alquilarle un espacio en donde pueda realizar sus fechorías? La televisión parece vientre de alquiler donde todo vale por facturar. ¿Hasta dónde debemos tener la ética y la moral como parte del ADN de la marca, en la que somos corresponsables de la clase de contenidos que mostramos en pantalla y de las personas que contratamos? No podemos hacernos de la vista gorda y decir que no nos responsabilizamos de lo que un conductor o
programa haga.
Estamos cayendo en lo mismo de hace muchos años en la que los conductores se vendían a los políticos para engañar a la población. Seguimos, a pesar de los años, sintonizando programas sensacionalistas, de chismes, de agresión, de maltrato que lo único que exacerban es el morbo de la gente o la risa barata.
Podría hacerme miles de interrogantes para demostrar que estamos en una crisis de valores, que va más allá de la inversión publicitaria de la TV que ha perdido su liderazgo.
¿Cómo podemos decirle a un político en un canal televisivo que es importante conducirse con la verdad, con valores, con principios, si en la misma empresa en donde trabajo albergo a gente que tiene una trayectoria negativa, de antivalores?
Aprendamos de nuestros errores para no repetirlos y desmitifiquemos que el dinero fácil, el rating por el rating, sea lo único que da la televisión peruana, de lo contrario habrá caída en la audiencia y más vientres de alquiler que sostengan la alicaída industria.