Todos los años —de junio a septiembre— los iqueños sufrimos por escasez de agua. Efectivamente, en los estiajes nunca llueve…, tal cual ocurre en las demás regiones del país.
Contrariamente, todos los años —de enero a marzo— los iqueños botamos cualquier cantidad de agua dulce al mar. Me refiero a las abundantes aguas de avenida que discurren por nuestros ríos, a vista y paciencia de la población… y de nuestras autoridades.
Coincidentemente, todos los años —en pleno estiaje— los detractores del agro iqueño organizan foros que tienen que ver con la escasez de agua. ¿Por qué no realizan dichos foros en enero o febrero de cada año? Pues para no hacer el ridículo. Efectivamente, en enero o febrero de cada año, la ciudad de Ica siempre está al borde de la inundación, precisamente por la abundancia de agua que discurre por el río.
Seamos sinceros… ¡Qué poco hacemos por retener —aunque sea— una parte de esas aguas cuando están a nuestro alcance! Y luego, cuando los ríos se secan — todos los años en los estiajes—, ¡con qué desparpajo nos quejamos por la falta de agua!
Es hora de actuar. ¡Basta de soluciones de escritorio! Y, peor aún, basta de propuestas retrógradas y empobrecedoras como las de Codehica, que plantea “limitar el desarrollo de la agroindustria para disminuir la demanda de agua”.
Al contrario. Tenemos agua en abundancia… en los veranos. Es cuestión de retenerla, guardarla, infiltrarla en los acuíferos… Cualquier cosa que evite que se pierda en el mar, para disponer de ella en los estiajes.
Para ello, hay que construir muchos reservorios. Todos los que se puedan para guardar la mayor cantidad de agua posible. No importa el tamaño: grandes, medianos o pequeños… No hay reservorio malo.
Los acuíferos subterráneos suelen ser muy grandes y pueden hacer las veces de enormes reservorios de agua. Inclusive, pueden rellenarse artificialmente mediante técnicas de infiltración inducida.
Luego, tenemos el poder retentivo de los bosques y praderas, los cuales hacen las veces de esponjas enormes, capaces de retener humedad en grandes cantidades. Y en cuanto al uso del agua, la clave para evitar su desperdicio está en el riego tecnificado.
Menos egoísmos regionales. Más “hermandad del agua” entre cuencas vecinas. Menos floro. Menos teoría. Menos ideología antiempresarial… tipo Codehica. Más inversión en agroindustria. Más empleo. Más liderazgo político del bueno. Solo así resolveremos la paradoja de la escasez de agua en los estiajes… en Ica y en todo el país.